Es sábado por la tarde y desde la esquina de Perú y Chile se escucha How deep is your love de los Bee Gees. La música siempre viene de Labetocloset, una de las ferias vintage del barrio. Camino por Perú, y me cruzo con Tomás, un amigo de quien me enamoré pero tuve que aprender a conformarme con ser lo que somos: algo. Nos damos un abrazo y sigo derecho para llegar a Punto Café, una de las esquinas favoritas de todxs los vecinxs. San Telmo es ese lugar que me hace sentir un cosquilleo que atraviesa todo mi cuerpo, donde me encuentro con todo eso que no espero. De alguna forma u otra siempre me sorprende: sus bares, cafeterías, propuestas, los vecinxs. Siempre hay algo diferente que me mueve.
Punto, ubicada en Perú al 602, es una cafetería de especialidad que se distingue por ofrecer café en sus múltiples sabores, calibrandolo de la mejor manera y sacando los expresos más ricos del barrio. Siempre hechos por su equipo de baristas, con un toque especial que le dá cada unx de ellxs. Hablo un rato con Santi en la barra, y le pido el clásico cortado: doble shot de expreso y un poco de leche. A veces me pido la superluna, una medialuna gigante, otras veces elijo el chipá. Aunque toda su propuesta gastronómica es imperdible: el budín de banana vegano y su clásico tostado de jamón y queso son otras de sus estrellas. Me siento en la mesa de siempre y me envuelvo en mi mundo. Esta esquina es ese punto de encuentro entre vecinxs, amigxs y con unx mismo. Es ese lugar en el que la vida, por un rato, se convierte en algo distinto.
Ya son las ocho de la noche. Agarro Bolívar y cruzo Av. Independencia para llegar a la otra esquina elegida por lxs vecinxs: Estados Unidos y Bolívar. Todos mis sábados terminan ahí, en Chin Bar. Saludo a Samurai, el famoso barman de San Telmo, que siempre nos espera con su ¡OIGA! y a Juan, otro de los barmans, quien me ve a lo lejos y ya está marchando el Lola Tonic: gin Gordons, tónica y una rodaja de lima.
Invito a todxs mis amigxs, ya empezó la noche. Largas horas de charlas en la esquina más linda del barrio. Un pucho es una invitación para conocer a las caras más exóticas de San Telmo, desde las más amigas, hasta las desconocidas: todo en la esquina de Chin Bar. Se nos acerca Matías recitando su poema Para los amores, después nos quedamos charlando con Pedrito, quien heredó la editorial de su padre y pasa sus días transcribiendo libros, acompañado de mate o un buen whisky.
Varios tragos después llega la hora de comer: Chin ofrece un menú para explorar, cada plato tiene una combinación de sabores única. Sus papas fritas con el toque de su alioli casero, el sandwich de tapa de asado, tomates confitados, rúcula y pickles de cebolla morada y las croquetas de asado y kabutia son platos que sí o sí como una vez a la semana. Chin es el lugar para sumergirse en nuevas experiencias y sabores.
Después de la noche en San Telmo, viene la resaca del domingo, pero es una resaca diferente: voy a pasear por la Feria de la Plaza Dorrego, que se extiende por la calle Defensa desde Av. Garay hasta Av. Belgrano. Cientos de artesanos montan sus puestos: desde indumentaria, vajilla de cerámica, plantas, libros, discos en vinilo hasta comida. Todo artesanal y casero. Lo más divertido es toda la movida que se arma: multitudes de gente paseando, artistas musicalizando las calles, otros mostrando sus cuadros pintados a mano. Los domingos se despliega un universo lleno de diferentes experiencias, personas, propuestas. Siempre pasa algo diferente, nunca se siente igual. San Telmo tiene un poco de eso: todo es una novedad.