Naranjo Bar: El bar de la calle Carranza

Si tuviéramos que resumir a Naranjo Bar en pocas palabras diríamos que se destaca por sus tapas, por sus singulares vinos y por la distensión en su ambiente. Ubicado en Chacarita, desde un primer momento fue pensado como un lugar con impronta propia, que habla por sí solo. 

“Naranjo nace en mi cabeza hace muchos años. Siempre trabajé en restaurantes y al momento del servicio uno va pensando cosas, se le vienen cosas a la cabeza, aprende de la experiencia de los demás. Entonces pensaba en un lugar que no fuera un restaurante, que fuera un lugar más relajado, un lugar donde comprar vino, un lugar donde ir a pasarla bien”, nos dijo Nahuel Carbajo, quien está al frente del bar junto con Augusto Mayer. 

Naranjo abrió mientras estábamos en la faceta ASPO, tomando todos los recaudos necesarios. Su propuesta de bar y mercado agroecológico, con cinco platos al mediodía y a la tarde todo frío, tuvo el apoyo de un montón de gente que se acercó hasta la calle Carranza a copar la vereda. Por esto, charlamos con Nahuel sobre cómo se fue gestando uno de los lugares donde ya está instalada la movida del verano. 

Acompáñennos a mirar más de cerca. 

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Naranjo Flor abrió en plena pandemia, ¿fue difícil presentar una apuesta gastronómica en este contexto?

La verdad que el tema de la pandemia fue positivo y negativo a la vez. Es un momento en el que la gente tuvo más tiempo para pensar, para plantearse que come, de donde viene el producto que consume. Y eso se ve reflejado en el vino también. Porque toda esta movida en torno al vino puede parecer un poco una moda o una tendencia pero es una consecuencia natural del interés de la gente por tener acceso a la información acerca de dónde viene cada uno de los productos que consume. Por ejemplo, en pandemia la venta de verdura agroecológica se triplicó. Entonces la gente tuvo más tiempo, empezó a pensar más que come, de dónde viene, qué le hace bien, que le hace ahorrar más plata, qué tipo de economía se impulsa. Sí, nos trajo un montón de cosas negativas y puso en jaque a todo nuestro sistema económico, vincular, social, pero también nos generó un aire personal, para empezar a replantearnos cómo vivimos, y eso creo que es la parte positiva, si se quiere, si es que hay una parte positiva. Eso tratamos de hacerlo jugar a nuestro favor porque es la propuesta que nosotros siempre teníamos en mente. Entonces es todo un proyecto que se venía gestando desde hace años. Lo que hizo la pandemia fue que todas estas ideas maduren más rápido y que todos estos cambios, que gran parte de los consumidores estaban gestando, de la noche a la mañana se hagan realidad. Así que respondiendo a la pregunta, obvio fue más difícil, pero también fue más fácil. Fue difícil terminar la obra porque no había albañiles, no había electricistas, no había nada. Pero fue más fácil llegar a la gente, poder comunicarnos con ellos, poder conmovernos en cierto punto. 

Sus vinos vienen principalmente de pequeños productores, ¿cómo los fueron eligiendo?

No tenemos carta de vinos, elegimos los que más nos gustan. La gente nos pregunta “¿es un bar de vinos naturales?” No. “¿Es un bar de vinos orgánicos?” No. “¿Son solo pequeños productores?” No. Son los vinos que más nos gustan. Casualmente, los vinos que personalmente más me conmueven son mayormente los que tienen una filosofía detrás. Quizás en Europa serían vistos como vinos naturales, acá se suele decir vinos de baja intervención. Algunos son de pequeños productores, otros son de grandes bodegas, algunos son de intervención mínima, otros de elaboración clásica, algunos son naturales, otros orgánicos, otros biodinámicos. No es ese criterio de selección, si no los vinos que nos gustan, que nos parecen distintos y muchas veces son los vinos que te sacan de tu lugar de confort, que te muestran otro tipo de belleza, quizás no tan hegemónica. O sea, son los que te muestran otra estética a nivel organoléptico. ¿Qué quiero decir con esto? Que durante años todos los vinos parecían buscar lo mismo, ¿no? El equilibrio, el balance, como cierto estereotipo de belleza. Hoy hay productores que se animan a romper esa hegemonía cultural en torno al vino. Muchos de esos para algunos sommeliers son defectuosos o están mal. A mi me gustan, me gusta ponerlos sobre la mesa de la gente y la gente confía. Muchas veces un consumidor que está más virgen, que tiene menos data, está más abierto a nuevas sensaciones, y no está chipeado de que es lo que busca, que busca que el vino sea así o asá, y si cuesta tanta plata tiene que ser así o asá. 

Respecto de los precios, son muy cercanos al precio de la vinoteca, porque fomentamos el consumo principalmente. Estamos en contra del precio restaurante. La gente se sienta, tiene el vino en la mesa y el servicio, la temperatura y las copas van de regalo. Nosotros cobramos más barato pero vendemos más porque apostamos a incentivar el consumo.

¿Qué buscan que se lleve el cliente?

Buscamos que el cliente se lleve comida y vino a la casa. No hay plato fijo, cada semana hay un plato que no hay que perderse. Cuando trabajás con la verdura fresca, agroecológica, orgánica, o sea, cuando trabajás con verdura que viene de una huerta real, es muy difícil saber qué preparar esa semana. 

Fotos: IG Naranjo Bar (@naranjo_bar)

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