MOVER LA LENGUA: Un evento que pone el cuerpo y la palabra a bailar cara a cara

Por: Amalia Di Gregorio (@amalia_di_gregorio)

Un día llegué a una publicación en Instagram que promocionaba un evento: Mover la Lengua. Algo que ver con danza y también con palabras. La fusión de esas dos en una misma situación llamó mi atención y me hizo chequear bien la fecha. Sí, seguía vigente e iba a poder verlo. 

Leí en el post que el evento iba a tener algo así como un micrófono abierto donde los asistentes podríamos leer un texto. Podía ser un poema, claro, pero no tenía por qué limitarse exclusivamente a eso. También habría una lista donde anotarse si lo que querías hacer era bailar. Bailar al ritmo de los textos o los audios que sonaran desde afuera de la pista. 

Me calcé la ropa bailable y busqué un poema sobre mi primer beso y Britney Spears. Esa vez, el evento se hizo en el Club Cultural Matienzo. No llegué a inscribirme para bailar y nunca saqué mi papelito porque ya se habían anotado muchos y yo había llegado tarde. 

Ningún problema. El poder mirar desde afuera me ayudó a entender aún más la genialidad del evento al que había llegado. Lo que pasa es que no importa tanto si bailás o no, ni si sos vos el que está leyendo. Este experimento interpela a  todos los que estamos presentes. Todos pensamos con palabras y nos movemos desde un cuerpo. La exteriorización de esa conversación interna plasmada en cuerpos ajenos es lo que convierte esta experiencia en algo tan hipnótico y fascinante. 


Mover la Lengua es un proyecto lanzado por un colectivo de artistas que pertenecen a  diferentes lenguajes. Ellos se preguntan por la relación entre la palabra y el movimiento. Buscan encontrar qué dicen los textos cuando no prima su contenido y si los cuerpos son capaces de moverse frente a cualquier estímulo. Investigan el ritmo del decir y la razón para bailar. Este proyecto dio como resultado una serie de encuentros en los que se invita a bailarines y no danzantes, a poetas, escritores y personas “corrientes” a juntarse alrededor de un cuadrilátero en el que se suceden varios rounds de danza-palabra. 

Los eventos se organizan en un primer momento de warm up, con dancing y liberación del cuerpo al ritmo de los beats de DJ San Ignacio. Después vienen los rounds. Los bailarines se miran, enfrentados, en el cuadrilátero y uno de los poetas-lectores va detrás del micrófono. El público se ubica alrededor del espacio de batalla, delimitado con cintas en el piso. Los cuerpos de los intérpretes van activándose a medida que suenan los textos. Cada bailarín tiene un momento de improvisar solo y después comparten la cancha. Cuentan con alrededor de un minuto por lectura o audio. 

En ese tiempo, el lector-escritor puede dar vida a su texto, llenarlo de sonido, ofrecerle una cadencia, un ritmo, un cuerpo. Aquel cuerpo que habita ese bailarín que se deja interpelar por la palabra y los sonidos, usándolos como partitura de su movimiento. 

Cortesía: @felipebozzani

Desde afuera, se observa un diálogo. 

Una escucha. 

Una conversación entre dos idiomas distintos. 

Dos lenguajes que tienden a pensarse separados y con sus propias reglas, se encuentran y construyen una nueva manera de comunicarse. 

El público mira atento (y yo también). Por momentos hay risas, en otros, la tensión entre los movimientos y las palabras hacen que quedemos expectantes.  En esos instantes pienso que, al final, ni la danza ni la poesía son tan solemnes ni rígidas, miren cómo estamos todos acá,  jugando y viendo jugar. 

La magia de este proyecto es su capacidad de acercar dos lenguajes estigmatizados por el inconsciente colectivo y que, por lo general, tienden a dejarse sólo-para-entendidos. Decidí entrevistar a las mentes detrás de MLL para entender qué las mueve y cómo crearon este experimento. 

¿Quiénes están detrás de Mover la Lengua? 

Martina Kogan es bailarina y habita el mundo de la danza y Maga Cervellera es psicóloga, estudiante de arte terapia y poeta. Se conocieron hace varios años trabajando en unos talleres de arte para jóvenes y desde entonces vieron crecer el interés por hacer algo juntas en donde pudieran mezclar sus universos.  

A esta dupla se suma el resto del equipo creativo. Ellos son el DJ San Ignacio, Jin Yerei (VJ), María Fernanda Etcheverry en luces, Laura Friedman en danza, Manon Cotte haciendo el registro audiovisual y Felipe Bozzani en foto. 

Martina tenía una obra llamada Fecha 5 en donde bailaba unos relatos de fútbol. Sí. Así como suena. Ahí empezó su pregunta respecto de qué es aquello que se puede bailar, dónde está el ritmo y si las palabras tienen música. Maga escribió un texto formulando una especie de sinopsis de la obra y éste se convirtió en obra en sí misma. “Para mí fue increíble porque yo nunca había podido poner en palabras algo así” dice Martina. Grabaron el texto leído y San Ignacio lo mezcló para que, junto con algunos sonidos, se convirtiera en el colchón sobre el cual bailaban otros intérpretes para hacer la prueba. 

El texto está compuesto por varias, muchas, muchísimas preguntas al respecto de qué es bailar, escuchar, leer, escribir, ser leído. 

Acá podés ver, leer y escuchar bailar esas preguntas: 

¿Cuál fue el germen de este proyecto? 

Por un lado, la idea se desprende del formato de la obra de Martina pero se desplaza al convertirla en una propuesta colectiva e interactiva, donde aparecen cada vez más voces y más corporalidades para darle vida. 

Por otro lado, surge de una inquietud traída por Maga desde el universo de la poesía. “Si bien ahora hay cada vez más slams (encuentros y lectura) de poesía, por lo general en ese espacio uno va, se pone detrás del micrófono para leer y no sabe qué hacer. Te querés morir. Es que nosotros no estamos tan acostumbrados al cuerpo”. 

Martu hace tiempo que está trabajando con la idea de la inclusión de la danza en la vida, “estoy obsesionada con que la gente tiene que bailar más, en cualquier momento, tirarse al piso, usar esa herramienta primordial que es el cuerpo”.  Por eso encontró en la incomodidad de Maga la excusa perfecta para contagiar esa conciencia del goce en la danza, para mostrarle a aquellos que quizás no están tan conscientes de su cuerpo como los bailarines que no es posible vivir escindidos: todos somos todo ese uno hecho de palabras y carne. 

Pero, ¿se puede bailar cualquier cosa? Y la poesía, ¿no es sólo para entendidos? 

La idea de este proyecto es justamente romper con esas barreras. Las dos creadoras ven cómo sus universos, a veces,  pueden volverse herméticos y solemnes. ¿Por qué sus amigos poetas hablan distinto cuando leen de cuando no están en el escenario? ¿Por qué los bailarines no se tiran al piso en la mitad del boliche o bailan sin técnica durante el entrenamiento? 

En un proyecto previo llamado Práctica Compartida, Martina incitaba a probar cómo era bailar sin códigos, sólo en base a lo que propusieran los djs y músicos invitados. Ahí todos podían ser libres, tanto desde lo musical como desde lo formal bajo el lema “me empodero cuando bailo como quiero”. 

En Mover la Lengua redoblan la apuesta de la libertad al incluir textos. Ahora hay bailarines que danzan con un audio de Mirtha Legrand y poetas que tienen que cambiar la cadencia de sus palabras porque pueden ver, ahí, en directo, cómo con su decir se modifican otros cuerpos. En ese cruce, en esa dilución de las reglas y los deberes seres todos son bailarines y todos son poetas, sin importar de qué lado del ring estén ubicados. Palabra, sonido y movimiento se funden en una escucha compartida que hace que cada round se convierta en una conversación visual. 

¿Qué respuestas han tenido? 

Las reacciones son increíbles desde ambos lados. Muchos poetas (escritores, lectores) salen flasheados diciendo “¡¿mis palabras están produciendo eso?!” No pueden creerlo. Son varios los que les dijeron cuántas ganas de bailar les generó esta experiencia. Además, funciona como un punto de encuentro entre personas de muchos ámbitos dentro del mundo del movimiento. Como la propuesta es improvisar y conectarse, no hay ninguna disciplina que sea más-correcta que otra y el ring se llena con texturas más heterogéneas cada vez.
Otra cosa que pasa es que el público empieza a repetirse. La gente ya no va “de onda” a bancarles el proyecto, sino que van por la propuesta en sí, por el disfrute de la experiencia. “Eso para nosotras ya es el éxito” dicen las chicas. 

¿Cuál es el futuro de este proyecto? 

Empezaron haciendo las batallas en diferentes espacios. Primero fueron centros culturales, espacios escénicos, hasta lo hicieron dentro del ring de boxeo de un centro barrial anarquista y la última vez fue en el Club Cultural Matienzo. Cada vez es más la gente que se acerca a ver de qué se trata esta propuesta y se inscribe para participar. 

La próxima fecha es el miércoles 9 de octubre a las 19 en el Centro Cultural Recoleta. El 15 y 16 de noviembre van a estar en el Hall del Teatro General San Martín, dentro del ciclo Bailemos en el Hall, a las 22.  

Después de eso, la idea es seguir creciendo. Ver cómo se lleva la propuesta con distintas instituciones y cómo habita diferentes espacios. Piensan también en replicar el formato en otros países, trabajar con los idiomas y observar cómo eso le da otra expansión al experimento. 

¿Qué nombre le pondrían a esto que están haciendo? 

Se miran. Hay un poco de duda en la respuesta. Es difícil definir algo de manera fija cuando lo que se está tratando de hacer es todo lo contrario. 

“Le decimos rounds de danza y texto. También le podemos llegar a decir batalla, pero sin jurado. Acá nadie gana ni nadie pierde, es un empate constante.” Martu, a veces, lo llama “batallas de freestyle pero del cuerpo.” 

Proyecto. Evento. Experimento. Propuesta. Pregunta. Experiencia. 

Experiencia. Sí, claro. 

Eso pienso.

Qué experiencia emocionante y liberadora generan estas dos creadoras.  Cómo logran con un gesto simple como invitar a leer y bailar, desdibujar el límite tan marcado que tiende a dejar al mundo dividido entre los que pueden y los que no deben. 

Después del round final, despegan las cintas del suelo en un acto performático que transforma al ring en pista de baile. Este gesto poético habla de su cruzada por unificar mundos, por recordarnos que todos somos eso: un conjunto de palabras, ideas y movimiento que habita en un mismo cuerpo. Y que podemos recordarlo estando juntos, en una misma pista, bailando con o sin tempo. 

Dónde podés encontrar información sobre Mover la Lengua 

Facebook: /moverlalengua

Instagram: /moverlalengua/ 

Youtube: Mover La Lengua

Foto de portada: Felipe Bozzani (@felipebozzani)

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