Si usás Instagram, en algún momento te topaste con La memoria de un beso, la canción de Lucas Martí que no para de sonar. Este tema hecho en plena pandemia y apto para todo público puso al alcance de nuestros ojos al músico, productor y cantautor, uno de los protagonistas de la historia musical argentina de, por lo menos, los últimos 20 años.
A ver, contemos. Lo vimos cantar El mono tremendo de Luis Alberto Spinetta con Pechugo, nos apuntó en la cara con A Tirador Láser, almodovarizó la escena con Varias Artistas, sacó 10 discos solistas y nos regaló Tu entregador, un clásico que le aburre cantar. La lista sigue. Tuvo dos dúos: Altagama con Yul Acri y LyL con Lara Pedraza. Tiene un disco listo con Atentado Legal, banda de freak metal, que se está haciendo desear. Y ahora, después de sentirse estimulado por la recepción de La memoria de un beso, se puso a escribir nuevas canciones. Piensa sacar un rap emotivo y con mucha melodía pero también con rock. Va a hacer otro video y en breve sale a la luz un track con Marina Fages. ¿Algo más?
Pero ¿de dónde salen tantas canciones? No lo sabemos, solo sabemos que Lucas es un artista que sabe leer la realidad aunque la realidad no le sea recíproca, pero ¿con quién lo es?
Este viernes a las 21:30 festeja su cumpleaños número 42 con un show por Instagram porque no importa la pandemia, la lluvia de los últimos días, ni nada, Lucas necesita poner en práctica su ley e invitarnos a escuchar su música que se escapa del lado obvio de las cosas.
Hablamos con el gran desconocido popular.
El año pasado te despediste del pop con un recital en La confitería y este año ni bien nos sorprendió la pandemia ya estabas sacando material nuevo. ¿Necesitás cerrar una etapa para abrir una nueva? ¿o podés tener abiertas las ventanas de diferentes proyectos?
En realidad, lo que hice el año pasado todavía lo sostengo en el sentido de que, si bien edité La memoria de un beso como Lucas Martí y se activaron ahora las colaboraciones que estoy haciendo, no estoy en una etapa que sienta que vaya a presentar ese material en vivo ni lo vaya a estar promocionando más allá de lo que se ve en las redes. Si bien tengo este nuevo proyecto que se llama Atentado Legal, que es de rock, todavía no logré sacar el disco y a raíz de eso fue que fui activando otras cosas por la necesidad de seguir haciendo.
Lo más importante del show que di el año pasado fue haber cerrado una etapa de muchos años con una banda que me acompañó, con Ezequiel Kronenberg, Marcelo Baraj, Nicolás Pedrero, con las chicas, Sofía y Juli. Tiene más que ver con romper con esa tradición de estar haciendo un show cada tres meses; fueron 15 años así, más o menos, desde el 2004 hasta el año pasado. Entonces tiene más que ver con dejar de hacer un repertorio, ir y tocar Tu entregador, cosas que ya las hice mucho.
Siento que la etapa que cerré fue la de la dinámica de los shows, la dinámica de decir “soy solista, este es mi proyecto principal”. Entonces primero empecé a jugar con esto de hacer colaboraciones y después tuve la necesidad de sacar otras cosas. Me gusta tener varios proyectos abiertos y también me gusta cerrarlos como hicimos con “Varias Artistas”.
Trabajás constantemente con colaboraciones, sin ir más lejos, este año las hiciste con Juli Lasso, Juliana Gattas, Inés Adams, Candelaria Zamar. ¿Qué hace que tus composiciones sean cantadas por otras artistas y otras por vos?
Creo que es siempre sumar a más. Tengo mi costado de pibe que canta y me resulta siempre interesante la idea de poder expandir más. Mis composiciones dan para poder probar más cosas. Me di cuenta de que tengo todavía varias artistas con las cuales colaborar y siento la necesidad de hacer ese ejercicio de a dos. Entonces por eso también hago estas colaboraciones que creo que está bastante emparentado con el proyecto de “Varias Artistas”. Aunque es diferente porque también puedo llegar a cantar yo o tener una intervención de ese tipo que no se daba en “Varias Artistas”.
¿Cómo fue laburar con colaboraciones en tiempos de pandemia? ¿Ya habías laburado antes a distancia?
Es relativamente sencillo porque creo que tengo buen olfato para dar con gente que encaje con mis ideas. De hecho, uno de los temas que grabé, Voz de gigante, lo edité hace poco con Inés Adam y no la conozco, nunca nos vimos, y el tema quedó muy bueno. Ahora voy a sacar uno que hice con Lucy Patané y a ella la conozco pero para la ocasión tampoco nos juntamos, fue todo a la distancia. Obvio que siempre es mejor estar en el momento pero esto es mirar para adelante y seguir haciendo siempre con lo que se tiene a mano.
En tu obra la parodia, el humor y la emoción están equilibrados. ¿Cómo hacés para lograr esto?
Creo que es a base de años, de experiencia, de haber encontrado un estilo. Creo que el estilo es un poco eso: el equilibrio que uno hace de las experiencias y de lo que fue recabando en años de escucha, de ver, de hacer. Me parece que lo hice a través de prueba y error, trato de captar lo que está pasando, como tirar una red al aire y de eso hacer una canción. Ahí está el equilibrio.
La incomodidad forma parte de tus canciones, ¿qué pensás que pasó con La memoria de un beso que se masificó y pegó a muchos de los que por ahí no podían entrar en el mundo Martí?
El hecho de que una intención artística dé con el público es como tener una cerradura y tener millones de llaves, ir probando, y si tuviésemos todo el tiempo del mundo yo creo que muchas llaves abrirían. Entonces de repente cuanto más rara la llave más complicado es, cuanto más diferente de la ranura, digamos. En mi caso siento que mi música tiene una complejidad y que esa complejidad habla de lo que viene pasando hace años con la recepción que tiene la gente. No me parece tan descabellado que a la gente le cueste escuchar mi música. Y, bueno, en ese probar, esta llave se parece un poco más quizá a lo que la gente está necesitando en este momento y abrió un poco la puerta. Porque mucha gente me dijo “che, es un hit”, pero hit es otra cosa, hit es tener muchísimas escuchas o mucha más repercusión de la que puede tener esta canción. Pero sí es verdad que para mi universo fue un mini hit y creo que la canción tiene, por sobre todo, mucha frescura. La hice un par de días antes, completé la letra casi al momento de grabarlo y al rato se la estaba pasando a dos amigos para que me graben unas cosas. Al otro dia Yuliano Acri me mandó unos teclados y una amiga, Manuela Mantero, me grabó unas voces. Y ya al otro día me estaba filmando solo, hice el video con un celular y lo subí.
Un poco el concepto, el chiste este de “Instalbumgram”, de hacer un álbum que sea directamente en Instagram, creo que picó. Y simplemente creo que el tema tiene una sensibilidad que dio con la gente. Es una canción que empieza por el estribillo, y el estribillo tiene un gancho, quizá si hubiese arrancado de otra forma el tema no hubiese pegado de la misma manera.
Todos los días me llega algún comentario o me arroban en algún lado y eso es re lindo. Siempre quise que mi música llegue un poco más, o que llegue a todos lados y esto parece ser un poco lo que debe pasar cuando una canción tuya viaja.
En cuanto a lo de la incomodidad, sí, es uno de los condimentos más fuertes en mi música. Mi música en la primera escucha es una música incómoda, que te puede llegar a repeler, pero si entrás, no salís. Y eso me parece que es lo lindo que tiene.
“Aunque Trueno nos diga que el rock ya no es nuestro, te quiero mostrar lo que tengo” es una frase potentísima y muy acorde a este tiempo. ¿Cómo ves a la música argentina actual?
Me pareció una estupidez la frase que dijo, una pavada y me inspiró a escribir otra pavada, o a divertirme y a jugar con eso porque yo no soy rockero, o sí, ya ni se sabe qué es el rock cuando hablamos de rock. Me parece que era entrar en ese juego sin sentido y hacer algo que tuviera un poco más de vuelo.
La verdad creo que la música y el panorama de la música es complejo de analizar. El otro día le decía a mi hermano “¿por qué carajo está en mi cabeza Crazy de Aerosmith, que es un tema horrible?, ¿o un tema de Los piojos que es una basura?”. Digo, ¿por qué esas son músicas que tenemos en la cabeza? Bueno, porque nos metieron eso y tuvimos que convivir con eso. Y ahora pasa lo mismo de otra manera más rara. Sigue habiendo gente muy interesante que no emerge.
Creo que el mainstream ya definitivamente está perdido. En otra época había expresiones que por ahí no me gustaban tanto pero que tenían un cierto nivel de autonomía artística, o conceptual, como podía ser Babasónicos. Eran grupos que ocupaban las carteleras principales. Ni hablar de Cerati. Ya en la última época pasó con grupos que me gustaban menos. Pero en cuanto esta gente sacó un pie del mainstream y ya no quedó nadie, lo que quedó fue solamente mainstream y creo que lo que hace es el “efecto cascada”, va regando de espacios y de posibilidades a otras cosas que están abajo. En cuanto se perdió que en la puja de posibilidades haya grupos que tienen cierto nivel de riesgo, digamos, para mí quedaron, y quedamos, eclipsados los que estamos más abajo. Creo que los que nacieron con Netflix, Instagram y Spotify ya entraron dentro de un sistema en el que te encontrás con lo que te bajan.
Veo mucho de eso y no veo expresiones con un nivel de riesgo. Lo más loquito se termina pareciendo a cosas de afuera que también están pasando, nada me asusta a nivel artístico. Cuando digo me asusta me refiero a un susto que pueda ser atractivo, el susto ante lo desconocido, ante lo nuevo. No siento ese susto, siento el susto de ignorar lo que hubo antes, y eso no me parece bueno. Y como te digo, los músicos interesantes, los buenos, siguen estando. Son ruedas, van mostrando una cara o la otra y esto puede cambiar también. Y puede venir un momento en donde de nuevo se ponga en valor el riesgo y hacer las cosas diferentes.