ANDRÉS BAGLIVO: «Cuando veas algo mío vas a saber que es Roberto Sánchez»

La biografía de Neil Young comienza cuando el periodista que la escribe lo conoce personalmente. Ahí descubre que dentro del artista hay más personas viviendo: Bernard Shakey, es un cineasta ocasional, Shakey Deal, es cantante de blues, Phil Perspective es productor. Todos son Neil Young. 

Roberto Sánchez es el proyecto de moda de Andrés Baglivo que prende fuego a más de 30000 seguidores en Instagram. Y, principalmente, que eligen artistas como Emmanuel Horvilleur, Duki, pasando por Tini Stoessel, Cristian Castro y Katy Perry. 

Un sábado subimos por la escalera azul magnético de su casa en Liniers para conocer cómo nació el proyecto de arte que usa a las redes y a los escenarios musicales como pasarela. Para, también, conocer la cara de Roberto Sánchez. 

Early Years

Andrés Baglivo fue futbolista y si bien no tuvo una  carrera exorbitante, le permitió jugar en equipos como All Boys, Nueva Chicago pero terminó en Flandria, un equipo del ascenso. “El fútbol me preparó para la guerra”, nos dice entre risas. 

—A mi infancia y adolescencia las viví en Villa Madero y me quedé ahí hasta los 29 años. Era un lugar realmente humilde pero hermoso. Es como un barrio de monoblocks con una villa grande al costado. 

Mis primeros años estuvieron destinados a la parte deportiva. Me gustaba mucho jugar al fútbol sobre todo en la calle. Pasé de jugar con mis amigos a jugar en un club profesionalmente, mi carrera empezó San Lorenzo de Almagro donde jugué 11 años desde novena hasta terminar compartiendo un plantel de primera división, no debuté ahí profesionalmente pero sí jugué partidos en reserva y me fue muy bien. 

Reinventarse a los 30

Andrés jugó a la pelota hasta los 27, 28 años. Cada vez que le consultamos por una fecha nos repite que no se acuerda bien, que no maneja una estructura de tiempo. De lo que sí se acuerda es que a los 30, después de un par de episodios en Flandria, se dio cuenta de que tenía que dejar el fútbol o el fútbol lo iba a dejar a él. 

—A Flandria iba de Madero en bondi a Liniers, de Liniers en un tren que me dejaba creo que en José C. Paz de ahí me tomaba el larga distancia pasando Luján. Iba, entrenaba, había veces que no había agua caliente y te tenías que volver así como estabas. Ese club, esa situación me hizo dejar el fútbol, me hizo preguntarme ¿qué mierda estoy haciendo?

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De Luján al Alto Palermo 

—En el último tramo de ese club conocí a una chica y me dijo “están buscando vendedores para una marca ¿queres ir?”. Al otro día me pasó la dirección de la entrevista, al rato me llamaron, me dijeron que quedé y me fui al Ona Saez del Alto Palermo. Mi primera entrevista de laburo fue a los 32 años, nunca había hecho un curriculum. Así que pasé de estar entrenando todos los días, en una pretemporada al rayo del sol, a estar en un shopping bien vestidito, música, lleno de chicas, tenía una nueva estabilidad. Arranqué en Ona y se me abrió un mundo nuevo. Siempre tuve una ductilidad para la cuestión de la ropa y de la estética, además de futbolista también fui peluquero. Pero a eso sumale que venía de jugar, por lo que en el tiempo que otros vendían una remera yo vendía 10.

Ona Saez fue una carrera universitaria de siete años para Andrés, comenzó como vendedor, pasó a ser encargado de un local, de encargado a supervisor de 10 locales, entendió la movida y la movida lo entendió a él. 

—Un día dejé Ona y encaré otro laburo con un tipo al que le llevaba adelante el local, me pagaba la mitad de lo que yo ganaba. A eso le sumé otro laburo al que iba tres veces por semana y manejaba la estética de tres locales. Así me liberé de la carga horaria, estaba más libre y le metía más a lo mío. Paralelamente, armé una empresa de producto terminado y le empecé hacer ropa a diferentes marcas. Eso fue sabiendo que en algún momento todo se iba a convertir en Roberto Sánchez. 

Roberto Sánchez arrancó siendo un negocio vintage

—En mi primer año en Ona ya tenía otro kiosco abierto. Frecuentaba mucho La Quinta Avenida, que fue un ícono de los 80s, 90s, y del 2000. Era un lugar que reunía músicos, artistas, era el lugar de culto junto con la Bond Street y yo siempre soñé con tener un local ahí. En un principio dejaba ropa en consignación porque todos me conocían. Tener un local era muy complicado, tenías que ponerte en lista de espera. Esperando apareció un stand en una escalera, que yo no quería, era una mierda, pero era la única manera de meterme ahí. Una señora, que era dueña de dos locales grandes, me lo ofrece y yo le dije, se lo alquilo señora, pero me da la prioridad que el primer local que se le desocupa es mío. 

<< Las décadas más creativas fueron los 80s, 90s y 2000 y lo que hoy sucede es una licuadora de eso >>

Roberto sánchez

En ese stand apareció Roberto Sanchez. El proyecto artístico y negocio comenzó como un local de ropa vintage, con chombas Adidas en cajas de los 80s y otras reliquias. 

—Toda la idea ya estaba en mi cabeza entonces la elección del nombre fue una tarea muy sencilla. Para mí las décadas más creativas fueron los 80s, 90s y 2000 y lo que hoy sucede es una licuadora de eso. Una persona innovadora que ocupa esas décadas fue Sandro. Igual, nunca me evoqué a Sandro, nunca subí una foto de él, porque lo que realmente me gusta es lo que generó un tipo que fue un innovador. Un tipo que creó sus reglas, su mundo. Roberto Sánchez es eso, también algo que no está muy claro y un proyecto de arte. Es el lugar donde puedo expresar mi otro yo, donde me permito cosas que siendo Andrés no me permito. 

No es ni una tienda, no es ni una marca de ropa. Andrés es lo que es, Roberto Sánchez es lo que hace y los dos no paran de confundirse, fusionarse, se revuelven, se estiran como un chicle y piden por un cuerpo que los habite. 

—Abrí el stand, me pasé a un local más grande, me pasé a otro más grande. Innové bastante en esa galería muy venida a menos, donde los dueños eran todos viejos, cree un concepto lindo, el local era estéticamente raro y atractivo. 

Proyecto comercial versus proyecto de arte 

—Hay algo que yo le critico a muchos proyectos de moda de Argentina. Una cosa es un proyecto comercial y otra cosa es un proyecto de arte. Un proyecto comercial son dos chabones con guita que contratan a tres chicas, las mandan a New York a un viaje de producto, compran 150 prendas H&M, Urban, Forever, las traen, las reproducen, el dueño llama a una estilista, a un fotógrafo, ni siquiera se involucran en lo estético y dicen “che, ahí tenés toda la ropa armame un concepto”, y después te lo presentan y vos crees que es una nueva campaña. Es válido, pero no tiene que ver nada con mi proyecto, mi proyecto es de arte. A vos te puede gustar o no lo que hago pero cuando veas algo mío vas a saber que es Roberto Sánchez. Y eso para mí es lo más importante de todo.  

Roberto Sánchez tiene personalidad propia

—RS tiene mucho de chiste y sátira pero sobre todo tiene un concepto sólido y yo no lo puedo interpretar como lo dice la ley, que tenés que tener un local, que tenés que hacer colecciones o que tenés que hacer invierno/verano, para mí eso es una locura. Es como decirle a un músico: “che, en 15 días me tenés que sacar 15 demos”. El arte no funciona así. Yo puedo hacer líneas pero no funciono en colecciones. 

La fabricación en serie atenta contra la identidad

—Estoy en una crisis grande con mi proyecto porque fue tomando una magnitud de la cual no estoy preparado a nivel estructura para afrontarlo. Recibo mensajes todo el día diciendo “¿qué es esto?, ¿cómo hago para comprarlo”. No me da el tiempo de responder esos mensajes, entonces se me ocurrió armar una tienda online. Trato de ir al límite, de cumplir con la gente que quiere lo que hago pero teniendo la producción controlada. En 100 pantalones vos podes hacer un trabajo artesanal, podes estar encima de cada uno. Es un laburo de más calidad. El cuero, va a seguir manejándose de un modo artesanal, va a ser de a uno siempre. Lo manejo con una cita previa o si no sos de acá a través de una videollamada. Te tomo las medidas y el laburo que abordamos es para vos. Una campera mía tiene un broche con logo, un deslizador con logo, tengo una chapa de marca. 

El cuero es un material en que vos logras una mejor performance laburandolo a medida, donde sobra hace defecto. Soy un obsesivo, imagínate que obsesivo que soy que trabajo solo, yo te contesto el mensaje, te llevo la prenda, te mido, hago las fotos, la comunicación. Además necesito saber quien se lleva mis prendas, necesito saber quien lo tiene porque es un pedazo mío.  

<<Necesito saber quien se lleva mis prendas, necesito saber quien lo tiene porque es un pedazo mío>>

¡Qué viva la música!

—Todo lo de la música se gestó en el vintage. Ese lugar me generó un despertar personal y me dio a conocer un mundo nuevo. Algunos artistas comenzaron a caer a mi local, a buscar ropa para los shows. La primera banda para que la hice algo fue para Entre Ríos, les hice el estilismo para un clip. Venían las marcas o las productoras a comprar, o a alquilar ropa, ahí es donde comencé a fusionar y a tener roce con artistas. La segunda banda con la que laburé fue con Azafata, trabajé dos discos con ellos, estéticamente eran una locura. 

En ese local me empecé a descubrir como artista. Conocí gente que componía de noche, esa situación para mí era inesperada, vos pensá que toda mi vida empezaba con un reloj. Me di cuenta que había otra vida y otras personas, me explotó la cabeza. Me podía expresar en el modo que encontré, yo no hago canciones, hago ropa. Mis canciones son prendas. 

Soy un músico frustrado, escribo canciones, he tocado en bandas. Siempre me inspiró mucho la música. Era muy fan de Illya Kuryaki. En un momento, Emma comenzó a venir al local, él era solista y yo lo seguía. Para mi Emma fue uno de las personas que más me influenció como hombre y como artista. Un día, los chicos de Azafata lo invitaron a un show en el que yo hacía el estilismo y le llevé unos pantalones oxford rosa para ver si se los quería poner y ahí nos conocimos. 

Cuando me conoció se volvió loco porque él es un futbolista frustrado, es un pibe de verdad enfermo por el fútbol, él daría todo su imperio musical por haber sido futbolista profesional y yo todo lo contrario. De un día para el otro estaba en la casa de mi ídolo máximo, y todo el tiempo me hablaba de fútbol. 

Un día me llamó y me dijo “quiero hacer unas remeras para mi banda y me gustaría que las hagas vos”. Yo sentía como si me hubiese invitado una chica. Un día, mientras él estaba grabando Mordisco, fui y me dice “me esperas que me voy a bañar” y me puso los auriculares con el disco nuevo. 

Actualmente, Andrés o Roberto (a esta altura: ¿qué importa?), está trabajando con Duki, lo que hizo que los ojos de muchos que aún no habían visto su laburo se acerquen a él y hablen de él. Revisando su carrera encontrás que él se alimenta mucho de música, discoteca como le gusta decir y juventud. Ama trabajar para adolescentes porque le parece el público más jugado y difícil de conquistar. 

—¿Por qué me vuelvo loco con el Duki? Porque tiene 22 años y me elige a mi para una situación de escenario. Y yo estoy seguro que los chicos de esa edad tienen la verdad estética.

Cuando apagamos el grabador Andrés nos cuenta de la fiesta a la que fue anoche, de que le hubiese gustado estudiar psicología y que tal vez lo haga. Ahí nos damos cuenta que, como Shakey, él puede ser Andrés Baglivo, el futbolista, Roberto Sánchez el artista, o la persona que tenga ganas. 


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