“Mi sueño era dirigir videoclips”, dice Andrea Urquizu en su showroom de Microcentro mientras nos muestra un poco del back que hizo vistiendo a Francisca y los exploradores. En su marca todo es música: el nombre de las colecciones, la inspiración, la historia, todo parece avanzar como una canción en un disco.
AU, la marca de Andrea, hace sastrería rocker y viste a músicos. La idea de vivir en un videoclip se siente en el aire. Lo vemos en las Sesiones AU donde bandas como Amor Elefante, Coiffeur o Francisca, como nombramos, se visten y abrazan la marca para regalarnos un track. Lo escuchamos en el podcast que tiene la marca. Lo sentimos en la transformación constante de un proyecto de moda que no para de adaptarse a diferentes formatos.
Andrea Urquizu vendió su ropa en el living de su casa, después puso un showroom con una amiga, ganó dos concursso en el BAF, tuvo un local en Recoleta, se reinventó en Microcentro y nunca se alejó de su fuente principal de alimento: la música y los amigos.
Su última colección se llama New School y su lanzamiento coincide con el noveno aniversario de AU.
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¿Cómo llega AU a esta nueva colección New School?
Le puse New School porque viene con un montón de cambios internos que tuve. Cumplo nueve años con la marca y desde que empezó fue mutando. En esta campaña se está abriendo una etapa y se está cerrando otra. Estoy llevando a AU hacia donde quiero que vaya.
Más allá de lo simbólico, en cómo planteas vos la marca, ¿qué etapa sentís que se cierra?
Siento que ahora va por el lado de hacer hincapié en lo personal, en el detalle. Por ejemplo, decidí no hacer más prendas básicas, decidí empezar a hacer solamente lo que siento que me representa mucho como la pieza única, esa que vos podes ver y decir “eso es de Andre”. Decidí empezar a bajar cosas que a veces uno hace en las marcas porque sentís que tiene que estar pero justamente esta colección dije: “¡basta!”. Quiero que todo sea como muy representativo, plantar un poco bandera.
¿Cuánto tiempo te llevó construir esta nueva etapa?
Cuando me vine a este local (Av. Roque Sáenz Peña 615), en el 2018, empezó la nueva etapa. Si bien estaba con otra temporada, estaba también en una transición.
Hice una colección que fue Hendrix, en la que volví con los rayados que me re representan y me dije: “ahí va mejor, va queriendo”, pero todavía no estaba un 100% conforme. Después hice otra con la que estuve menos conforme que fue Sympathy. Hice cosas que me coparon y otras que no.
Esas colecciones te llevaron a hacer una reconstrucción tuya como creativa.
Fueron como colecciones de prueba. Una salió mejor que la otra. Cuando hice Sympathy estuvo bien pero no quedé conforme en el sentido que lo veo y digo “podría haber hecho mucho más con eso”. Siempre elegía un tema y todo siempre se movía alrededor del club de los 27. Hice una colección que se llamaba 27. Hice Hendrix, en Sympathy había algo de Brian Jones que estaba ahí en el aire. Iba a hacer algo sobre Janis pero no quise seguir con todo ese universo que me encanta pero que ya es una etapa cerrada. Por eso le puse New School porque directamente no quise tomar algún músico que lo represente. Necesitaba decir “ahora arranca esto”, pero fue un proceso.
El primer local o el primer showroom que tuviste de la marca, ¿dónde fue?
Fue en el estudio de Maru, de la fotógrafa que me hace todas las fotos.
Yo trabajaba en una marca de carteras y un día me presenté al concurso del BAF. Tenía que llevar unas láminas, las llevé, volví al laburo y renuncié. Ya tenía la idea de poner el showroom con el estudio de fotografía, así que renuncié, alquilamos un monoambriente con Maru y perdí en el concurso. Me quería matar porque era mi plan pero ya había tomado la decisión. Me acuerdo que los primeros meses nos juntábamos a tomar mate y a decir “¿qué hacemos?”, porque no venía nadie. Era una remada imposible ponerte un showroom y que no te conozca nadie.
Era empezar totalmente de cero.
Realmente empecé en el living de mi casa, montaba todo en el living, ponía los percheros y vendía ropa ahí. Venían mis amigos, amigos de amigos y punto, pero ese showroom fue para mí el segundo inicio de la marca en el que dije: “voy a vivir de esto y no sé cómo, pero me la banco”.
A los cuatro o cinco meses de empezar ahí me volví a presentar al concurso, me obligó mi amigo Marcelo Giacobbe, él me dijo: “te tenes que anotar”. Y gané. A partir de eso se empezaron a abrir mil puertas pero ya estaba jugadísima.
¿Qué pasó después de ganar ese concurso? ¿Vos estabas preparada para que en ese momento te digan «sí, ganaste»?
Sí, por un lado lo re deseaba, pero por el otro lado, cuando te toca, te sorprende porque justo me tocó en una muy buena etapa de BAF. Me pusieron a abrirlo, y yo soy muy vergonzosa. No me animaba a salir en pasarela.
¿Cuántos años tenías cuando pasó esto?
26. Y fue re fuerte porque yo lo re deseaba, lo quería pero hay que bancarse el ritmo, porque me enteré de que había ganado tres semanas antes de que hiciera el desfile, y tuve que hacer todo. Te decían: “hoy anda a La Nación que te van a hacer una nota”. Era como una muy buena época también de eso, de mucho medio, y de prensa.
Pasaste del momento de la búsqueda al BAF.
Sí, y eso fue como el empujón que necesitaba. Tampoco supe cómo reaccionar a las cosas que pasaron después de eso, por ahí me llamaban del interior y me decían “¿vendes por mayor?”. Y no. Tenía una colección de ponele, 30 conjuntos, cada conjunto tenía dos o tres prendas distintas, entonces tenía 120 prendas y no había manera de replicar una producción así, era delirante. Había hecho una colección como si fuera una gran marca. Además, no sabía a cuánto vender las cosas, hice todo rápido para llegar al desfile y la gente quiere las cosas al toque, o sea, lo ve y lo quiere, punto. Yo no tenía nada, no tenía estructura y estaba sola. Fue tremendo.
En ese momento me ofrecieron muchas cosas locas. Me ofrecieron hacer un desfile en el Cañón de Colorado, me llamaron para hacer desfiles en París. Yo no podía viajar, no sabía cómo hacer con todo eso, era mucho. Fue un antes y un después, yo sabía que quería eso, pero cuando pasó superó todo lo que había imaginado.
¿Y cómo saliste o cómo entraste en otra situación después de eso? ¿Cómo lo manejaste?
Después de eso me volví anotar en el concurso y gané otra vez, que ahí ya tenía veintisiete e hice ese desfile veintisiete, y ahí ya empecé a entender qué cosas me convenían hacer y cuáles no, a hacer las cosas con intención, decir: “bueno, voy a hacer el desfile para mostrar esto”. De poder sacarle un poco más el jugo a la situación, y ahí elegí posicionar la marca en Chile porque me empezaron a llamar bastante y dije “bueno, estamos cerca, es algo posible.”
En ese camino también fuiste eligiendo qué querías comunicar, ¿no?
En ese momento también me decía “estas son las opciones disponibles para comunicar lo que quiero comunicar”, y dentro de eso me manejaba. Me pasó que hice un montón de cosas que no me representaron, por ejemplo, que hoy no las haría porque siento que no representan a mi marca. Por eso ahora no estoy haciendo desfile y llamo a músicos que vengan a tocar acá, porque me representa más eso que un mega desfile. Ese comienzo fue puro aprendizaje, lo volvería a pasar porque me parece que fue necesario, pero fue muy a los golpes y me agarró muy nuevecita para todo.
En ese momento querías comunicar y ahora ¿qué es lo que quiere comunicar la marca?
Mirá, creo que siempre quise comunicar lo mismo, no sabía bien cómo, pero siempre quise comunicar la unión con la música que tiene la ropa, o sea, yo hago vestuario desde antes de tener la marca. Y cuando empecé a armar la marca lo tuve como en cuenta y lo integré. Las primeras colecciones eran rarísimas pero después empezó a tomar más forma. Encontré esa cosa del bordado que me identificaba, por ejemplo. Pero en todo la música siempre estuvo.
Entonces ahora no estás haciendo desfiles, estás laburando con las sesiones, ¿en qué momento se te ocurrió decir, bueno, a ver, voy a comunicar mi marca de esta manera?
Porque cuando visto bandas, me pasa de que disfruto mucho más y veo que la ropa tiene mucho más sentido cuando está arriba de un escenario que en una pasarela o cuando la lleva alguien que a mí me significa algo. La ropa toma sentido ahí. La idea fue hacer vídeos, que vengan a tocar, vestir a los músicos. Así empezamos con Amor Elefante.
¿Cómo es tu relación con la música? ¿Cuál fue la primera banda que vestiste?
Vestí a miles de amigos músicos, pero la primera que hice, así como más mainstream, fue con Migue García. A él comencé a llevarle tímidamente cositas. Él la flasheó cuando dije “no voy a hacer nada con color”, y dijo: “¿qué? ¿Qué es esta declaración de principios?”. Así que él fue de los primeros.
¿Cuándo pensás que AU dejó de armarse la identidad y empezó a ser lo que vos finalmente querías?
En la primera etapa había unos rasgos de lo que es hoy. En el showroom con Maru fue tomando forma, esa fue la mejor etapa porque ahí entendí lo que quería hacer. Lo cual es un montón, como que fue el momento en el cual querés mostrar lo que estás haciendo aunque todavía no estés 100% conforme, pero que te animas a mostrarlo.
Y esta etapa es la de filtrar esas cosas de las que me gustaron y las que no y quedarme solo con lo que me gustó y que siento que me representa, estoy re en esa.
¿Qué es lo que pensás que te representa? Digo, si lo tendrías que resumir.
Bueno, el minimalismo para empezar. La música, pero no como la literalidad, sino como el estilo. Los bordados, la sastrería, el uso del blanco y negro, la parte geométrica, las rayas, creo que si en una colección no meto rayas se tienen que preocupar.
Es tan minimalista que necesitas también generar lo demás.
El tema es que cuando tenés solo dos colores para las temporadas, te la tenés que comenzar a rebuscar, comenzar a combinar texturas, a jugar con las transparencias. Comenzar a diferenciar los bordados por temporada. Hace tiempo estoy bordando los triángulos que aparecieron en Hendrix. Ahora los traje para esta temporada, porque sentí que era algo que fue como muy representativo y me dije “los voy a agarrar”.
¿Y el detalle en la finalización de una prenda? Porque te tomás el tiempo de hacer el detalle a mano, el bordado a mano, es un agregado al diseño y es tu toque, ¿no?
Sí, sí, con eso planté un poco de bandera en el sentido de que en esta última colección hay mucho bordado a mano. Eso en otro momento no lo hubiera hecho, por ahí hubiera hecho una bomber que se la pueda seriar y ahora dije “no, no, no va por este lado”. También me pasa en la experiencia que cuando viene la gente se quiere llevar eso, no se quiere llevar la campera normal, quiere llevarse esa y si no está justo en su talle o porque es una prenda única, entiende que tiene que esperar, y lo entiende porque ve el laburo y que es algo único que se hace especialmente.
Sabiendo que el oficio de la sastrería está desapareciendo, ¿cómo te sentís de ser la que, básicamente, en esta generación, lleva a cabo el oficio? Porque no sé vos si sentís que hay alguien más que lleve delante, en esta generación, el oficio de ser sastrero.
Me pasa algo raro porque yo soy muy, muy, muy fanática de la sastrería y hago sastrería todo el tiempo, pero a la vez siento que si me ve un sastre tradicional le agarra un ataque porque yo sé de sastrería tradicional, podría armar un saco a mano con todo lo que implica hacer eso, pero elijo no hacerlo, yo hago como una mezcla de sastrería artesanal con sastrería industrial. Una mezcla que inventé con los años y siento que también hago mierda un montón de cosas que un sastre tradicional no lo puede sacar de ciertas cosas, lo cual es genial y banco.
Hago una sastrería que es muy personal, no me animaría a decir que llevo la bandera de la sastrería. A los moldes los hago de manera tradicional la construcción tiene entretela, forrería, tiene todo lo que tiene que tener la sastrería. Hay un montón de elementos que están, pero hay otros que los hago bosta.
No utilizo cosas que admiro como las puntadas a mano, me parecen una cosa hermosa, pero no me representa. La sastrería la hago como se me canta.
También, más allá de eso, uniste tu elección de ser vegetariana a la marca, que es cruelty free.
Sí, la marca es tan personal que es imposible hacer algo que no tenga que ver conmigo. Soy vegetariana desde hace diez años y la realidad es que no puedo hacer nada que tenga animales. No me los como, no estoy de acuerdo, me parece que hay maneras de hacer cosas sin sufrimiento animal y vamos por eso. Si bien no buscan a mi marca porque es cruelty free sé que es un valor agregado.
¿En qué músicos pensás o en qué bandas? Pregunto por esto que hablábamos hace rato de los recitales, que colaboraron en la construcción, en tú construcción personal por ahí un poco más fuera de la marca. ¿Eras seguidora de alguna banda?
A mí siempre me gustó The Strokes, los pibes parecen que están todos como vestidos así nomás, pero en realidad es una construcción ese así nomás. También escucho bandas aunque no reflejen mi estilo, y las que se visten como yo los vestiría. Michael Jackson siempre me flasheó la cabeza por la construcción del personaje. Prince también. Bowie fue palabra mayor, lo que pasa es que estoy nombrando músicos que generaron un personaje para subirse a un escenario. Hendrix para mí es una referencia total de la ropa, siempre tengo algo de él aunque no hablé de Hendrix, lo meto porque me parece todo, tuvo dos años de carrera, ¿entendés? Dos años de carrera, y eso a mí me mató. ¿Y qué es lo que me quedó de ese artista? Me quedó la cosa gráfica del bordado, lo militar de la sastrería. Tiene unas camisas con volados, que me quedo con eso, lo paso a blanco y negro y lo llevo a mi estilo.
Son puntos de referencia.
Son puntos pero después deformo esa referencia. Son disparadores, a veces lo analizo y me quedo con algo que por ahí puede llegar a ser imperceptible pero que a la larga me suma.
Lo metes en tu licuadora.
Sí, pero aparte una licuadora loca porque a veces estoy viendo un show y veo como la ropa se mueve de cierta manera. Y ahí flasheo con una capa que vuele de alguna manera. Muchas veces las ideas salen hasta de movimientos arriba del escenario.
Hay una construcción también que es la elección del textil.
Bueno, a mí me copa meterle mucho vuelo a las cosas, a los vestidos. La sastrería, dentro de todo, es bastante estructurada, entonces por ahí a veces hago cosas locas en los vestidos o en distintas prendas, me copa meterle vuelo y que, por ejemplo, que los vestidos cuando caminas se despeguen del cuerpo, me vuelve loca, que estés caminando como si te estuviera tirando aire un ventilador y te sentís como en una peli. Ahí tenés el videoclip.
Fotos : Maru Di Rago (@marudirago)