Por Maggie Gioffré (@magdalena.gioffre)
Como un García Márquez del siglo XXI, Zambra vuelve al género de la novela con la historia de una familia no tradicional que se constituye, destruye y reconstruye a lo largo de los años. Acá no son 100 sino tan sólo unos 38 años de soledad, pero también de amores, pasiones, desencuentros, tradiciones y fraternidad. En sus 421 páginas Poeta Chileno (Anagrama, 2020) narra las historias de vida de Gonzalo, de Carla y de Vicente, pero también de Chile, de sus paisajes, de sus comidas, de sus problemáticas latentes y, especialmente, de sus queridos poetas.

El libro está dividido en cuatro partes. La primera, “Obra temprana”, introduce a los personajes de Carla y Gonzalo en su juventud y cuenta su historia de amor adolescente y los primeros pasos de él en el mundo de la poesía. En “Familiatra” los amantes se reencuentran tras varios años de separación y Gonzalo asume el rol de padrastro de Vicente, hijo de Carla, durante seis años. “Poetry in motion” tiene como protagonista a Vicente, que a sus dieciocho años ha decidido dedicar su vida a la poesía y a Pru, periodista norteamericana que se sumerge en las profundidades de la narrativa lírica chilena y descubre esa nueva cultura con sus grandes autores, sus personalidades características, sus costumbres, sus historias. “Parque del Recuerdo” es el ensamble perfecto de los dos motores de esta historia, la “padriastría” como le llama Zambra y la poesía y, sin ánimo de spoilear, deja un final abierto que, si fuera una serie, nos invitaría a reclamar una segunda temporada.
Además de acompañar a los personajes en su día a día, el lector también podrá encontrar en esta gran novela algunos temas secundarios, pero no por eso poco relevantes, que asoman tímidamente en varios capítulos, como por ejemplo, el anhelo de los chilenos por una educación universitaria gratuita. Éste es el caso de Vicente, que manifiesta ante sus padres el desinterés por estudiar en una facultad hasta tanto se garantice la gratuidad para todos los aspirantes.
Un dato de color: si sos foodie, como yo, te va a encantar la breve enciclopedia de gastronomía local, diseminada a lo largo de la narración. Imposible no imaginarse el sabor de las marraquetas con huevos y mermelada, de los combinados y chacareros o de un simple Super 8.
Si algo queda claro al terminar de leer estas páginas es que Theodor Adorno estaba completamente equivocado al expresar que no sería posible volver a escribir poesía luego del Holocausto. A veces “el mundo se cae a pedazos y casi siempre todo se va a la mierda y casi siempre dañamos a las personas que queremos o ellas nos dañan a nosotros irremediablemente”, dice Zambra. Entonces llegan los artistas con sus obras bellas como esta historia y ladrillo a ladrillo, página a página, van emparchando las fisuras y construyendo un mundo mejor.
Foto de portada: Mabel Maldonado (cortesía Prensa Anagrama)