Retrato incompleto de un documental infinito de Melero

“La fama es algo que te dan los demás, el éxito es propio”, dice Daniel Melero en un momento del rockumental Retrato incompleto de una canción infinita, que se estrenó en el BAFICI en abril de este año. 

El documental no es un rejunte de anécdotas del músico de Los Encargados y compositor de Trátame suavemente, no. En este trabajo Daniel Melero aparece como un músico que, como Johnny de El Perseguidor de Cortázar, siempre está tocando mañana. Vemos que toca en el futuro cuando en la primera escena está grabando un nuevo material. Vemos que se vuelve una máquina del tiempo al viajar al pasado como lo hizo este último sábado para festejar los 25 años de ese discazo que es Travesti. Daniel Melero siempre está con un pie en un tiempo que no se puede precisar.

Es interesante ver, como a través del ojo de Roly Rauwolf, director del documental, este artista de rock, como él se autodemonina, le da vueltas a conceptos e ideas. Ahí están sus contradicciones, sus peleas y las razones que lo llevan a ser un rara avis dentro de la homogeneidad musical actual. Melero está en la adultez de su carrera y todavía le quedan cosas nuevas por hacer.

Este domingo a las 19 horas en la Casa del Bicentenario, en el marco del Festival de cine documental musical, habrá una función de Retrato incompleto de una canción infinita. Por eso hablamos con Roly Rauwolf para que nos cuente cómo fue el proceso de creación del documental de uno de los artistas más importantes del rock argentino. 

¿Cómo fue el primer contacto con Daniel Melero?

En música edité Engaña de Cerati y trabajé en MTV cuando era un canal sin realities. Como director se me despertó tarde el bicho. Quería contar alguna historia y no encontraba cuál, y de golpe se me presentó Melero.

La primera entrevista del documental fue en 2011, 2012, que era para una serie de Encuentro que estábamos haciendo de cuatro capítulos. La serie iba del oficio musical, lo codirigimos con Lorena Muñoz y dijimos “busquemos músicos que nos gusten para hablar”. Uno de los músicos era Shaman y los hombres en llamas y justo el productor había sido Melero. Ahí teníamos esta excusa para entrevistarlo, entonces lo llamo a Rodrigo Ottaviano, su manager, y coordinamos una entrevista. 

A Daniel lo seduje llevándole toda su discografía, un poco para decirle “yo soy este que está acá y me interesa tu trayectoria, quien sos”. Hay artistas que escuchás su música y lees los reportajes y te quedas con su música, este no era el caso. Sus reportajes me parecían interesantes, su discurso, sus ideas, las cosas que proponía. Además, no había nada hecho sobre él.

¿Cómo fue decirle “tengo esta propuesta”? Y, por otra parte, ¿cómo fue encontrar la estructura que querías para el documental?

A través del INCAA, empecé a buscar maneras de producirlo, pero demoraba y me ponía ansioso. En un momento se me ocurrió el mecenazgo como una alternativa. Ahí armo un proyecto, se los ofrezco, digo, tengo dos entrevistas, me gustaría hacer una entrevista más y grabar un par de situaciones. La primera que había hecho fue más conceptual y la segunda entrevista la bajé más a ciertos discos.

La idea del documental no estaba firme, en principio eran bloques de 10 minutos temáticos para colgarlos en la web. Después empiezo a enlazar los contenidos, a mostrar los mundos. El título habla del marco en el que está trabajado y es que es un retrato incompleto de una canción infinita. La estructura que tiene es la de alguien que va recorriendo distintos lugares de su mente. Por eso está esa cosa de que va caminando, que va de un lado a otro y siempre hay alguien persiguiéndolo, mirándolo. Por eso va saliendo y entrando a conceptos a ideas y a momentos de su historia. 

Al principio hay un clip donde cuenta lo que va a hacer y mezcla los tiempos. Y después la primera escena es él en el estudio mezclando el próximo disco que todavía no salió, que ni siquiera terminó. Y ahí está ligado a una escena de 10 años atrás. 

¿Cómo fuiste consiguiendo el material de archivo? 

Lo fui consiguiendo de poco. Sabía que estaba lo de Todox2 porque fui editor de ese programa. El recital de Los Encargados me lo compartió un amigo de Daniel que es quien tenía el registro. Ahora apareció más material, apareció otra cámara de ese recital.

¿Cuánto tiempo te llevó hacerlo?

En el 2012 hubo un germen, pero yo lo tomo seriamente en el 2016, que es cuando presento la propuesta del mecenazgo. No pasa nada durante un año y medio, después de ahí apareció un sponsor y pude armar los días de rodaje básicamente, eso fue en el 2018. Empecé a construir la relación y una vez que la pelota empezó a circular, fui a grabar algunos recitales, pensando en documentar material. Fui cuando tocó en La Tangente, fui al estudio, me fueron habilitando espacios de alguna manera. Quedaba una entrevista pendiente, que era el objetivo final, pero empecé a grabar situaciones de la cotidianidad. Ahí también surge que me empiezan a compartir ciertos archivos. Cuando empiezo a filmar Rodrigo me dice “che, yo tengo todo este material que fui registrando desde que empecé a laburar con él”, hace 10 años que labura con él. Eso fue dándole más rango para estructurar esta idea que tenía de distintos espacios y jugar con la cronología. 

Archivo personal Daniel Melero

¿Había una idea madre? ¿Querías mirar a un punto específicamente de la carrera de Melero? Porque entre el material de archivo que conseguiste, más lo que te dio el manager, más lo nuevo, te podías ir por las ramas tranquilamente. 

Yo quería ligar conceptos. Quería mostrar a alguien que se está moviendo por espacios y que está recorriendo distintos momentos. Tenía una entrevista del 2018 donde había un concepto que él ya manejaba en una entrevista con Nicolás Pauls en, creo que, en 1998. Esos conceptos eran las puertas para ir y venir. 

¿Qué fue lo más difícil de darle un cierre al documental? 

Es que no sé si es la última entrega por eso pongo al final primera parte. Hay un montón de lugares del planeta Melero que no están recorridos. Hay un montón de discos que no están. Travesti no está, Colores Santos tampoco, está tocado más por la relación por otra canción que es Trátame suavemente.  

Cuando armé la entrevista pensé en hacer dos, pero después no tuve presupuesto para seguir, entonces surgió que tenía un boceto que mandé al BAFICI, era un corte en crudo de 40 minutos que caminaba, y dije “lo puedo terminar para mostrarlo ahí”. Para mí fue una manera de empezar a moverlo, a la película le sirvió.

Después llegué a ese armado que me gusta, pero que siento que le faltan cosas. Aparecieron como 30 VHS que habían estado perdidos y hay material increíble, más material de Los Encargados que yo no vi nunca.

Cortesía Rodrigo Ottaviano

¿Cómo fue la reacción de Melero cuando lo vio?

Le había mostrado una estructura previa a lo que se vio en el BAFICI. Quería que lo viera porque existió una experiencia anterior de un documental que no llegó a buen puerto, entonces quería tener un feedback con él, porque me parece interesante cómo piensa. Tuvimos un idea y vuelta que fue muy enriquecedor, me dijo cosas que me gustaban y cosas que no, cosas que tomé y cosas que no. Fue muy generoso. 

Vimos la película juntos en el BAFICI, y estuvo bien para los dos, me agarró del brazo y me dijo que le gustó. Yo quería que la vea en el cine. Él había visto media hora y ahora había media hora más de material y yo estaba un poco nervioso. Al final todo bien.

En ese ida y vuelta que tuviste, ¿hubo algún punto de conflicto?

Sí, la de la escena con Diego Tuñón. Daniel se sentía incómodo con la parte en la que está enojado y para mí era muy importante que me deje usar eso. Vio la escena armada en el cine, me dijo que estuvo bien que se entendía por dónde iba. En esas discusiones, Daniel hablaba desde el amor, el cariño. No está relatado desde el amarillismo o desde el lugar de buscar confrontación, sino opiniones y discusiones. De saber que a no todos nos gusta lo mismo.

Otro momento que para mí era troncal, es la parte de su participación en Oktubre, porque él no hablaba mucho de ese tema, poder ponerlo fue todo un logro. Daniel tiene un discurso, tiene ideas y las sabe desarrollar muy bien, por eso estos dos puntos eran importantes.

¿Cómo te sentiste después de proyectarlo?

Es muy grande lo que pasó, porque los que fueron a la función la pasaron bien o descubrieron a alguien que no conocían, y ese era uno de mis objetivos. A una de las primeras personas a las que se lo mostré es a un amigo chileno con el que laburé en varias cosas, que no lo conocía nada y flashó. Hubo un día que vino Flopa a verlo y tuvo unas palabras divinas, Juan Pablo de Acorazado Potemtkin también fue ese día a verlo. Me gustó que músicos lo vieran y que me dijeran que está bueno. 

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Retrato incompleto de una canción infinita se presentó en abril en la edición de este año del BAFICI, en la escena final Daniel Melero está cantando en La Tangente Prueba el fuego, canción que recién estrenó el 29 de agosto. 

Cuando hicimos esta entrevista, Roly Rauwolf nos contó que iba a filmar los 25 años del disco Travesti

Daniel Melero es un tobogán de ideas que conducen a nuevas maneras de manipular los instrumentos. También es una cápsula para viajar en el tiempo, para escuchar Líneas de Los Encargados o para descubrir esas canciones que, como Johnny de El Perseguidor, las va a estar tocando mañana.  

Foto de portada: Archivo personal de Daniel Melero

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