MOJIGATA DE MARILINA BERTOLDI: Un diálogo con la identidad, la obra y su tradición

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Por Leandro Diego (@leandrodiego.no)

Instada por Barbi Recanati a producir su próximo disco en completa autonomía, Marilina Bertoldi empezó por componer Cosa mía, ese rocanrol desfachatado en el que se pudo advertir el halo íntimo que tendría Mojigata (2022, Pelo Music). Según la autora, el álbum  –compuesto íntegramente en pandemia– está habitado por la multiplicidad: «[…] fue un momento de replantearme algunas cosas y pasar por ciertas revoluciones internas en las cuales había mucha neurosis.».

Es probable que la total soberanía en el aspecto creativo haya tenido algo que ver, entonces, con la decisión de representar esa neurosis en distintas voces que conversan a lo largo de toda la obra. En lugar del facilismo de enunciar o poetizar la neurosis, Marilina le dio espacio para que se manifieste en una performance casi actoral (lo que, en cierto modo, hace de la experiencia de escucharla algo del orden de lo testimonial: ser testigos de una psiquis ajena). 

Mojigata expone las distintas facetas de una personalidad y pone en diálogo la obra de una artista con su tradición (un corpus selecto y personal de influencias marcadas por la década del noventa: Beck, Bestie boys, Bjork, Lenny Kravitz). Esto, sumado al efecto lúdico de las interpretaciones vocales, le confiere al disco una atmósfera celebratoria que remite al Cerati de Ahí Vamos (cierta sensación de renacimiento dada por la autoafirmación: por la plenitud de las ganas y el goce de hacer). 

En su libro Capitalismo del yo (Paidós, 2019), Constanza Michelson escribe: «[…] es posible ser parte del grupo sin identificarse plenamente con él. Hacerlo sería el camino de la doxa y el aplastamiento de lo singular. […] y la autonomía tiene que ver con tomar posición, superar a cualquier psicología o ideología del yo: es poder habitar en el límite de interdependencia». La autonomía que le dio ser su propia productora le ha permitido a Bertoldi, a la inversa de lo que dicta la época, reírse de sí misma sin por ello ironizar el mundo en el que vive.

Su quinto trabajo solista es un disco de rock: por momentos más funky (Sushi en lata, Claro Ma), de a ratos brumoso y maldito (Amuleto), incluso sensual y macabro (Beso Beso Beso), pero es un disco de rock. El liderazgo de guitarras rítmicas y el collage como recurso compositivo –tan lejos del homenaje como de la parodia– lo convierten en su álbum más homogéneo hasta la fecha: un disco ecléctico e íntimo que logra la unidad estética a partir de lo múltiple.

Mojigata se presenta el 19 de junio en el estadio Luna Park de la ciudad de Buenos Aires.

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