Chula Gálvez: “Voy más por el ocio creativo”

Las Flores es el nuevo proyecto gastronómico en el que Chula Gálvez más equipo puso su foco creativo en este último tiempo. Está a punto de salir a la luz y ya hay mucha expectativa por este lanzamiento que perfila para ser uno de los más novedosos del año. 

Chula Gálvez es una pastelera que logró encontrar su distintivo por la utilización de flores en sus preparaciones. También es una profesional que no solo se dedica a pensar en la comida como estimulante del gusto, sino que también apunta a lo visual, a la experiencia 360. 

Gálvez comenzó su carrera como actriz y después los caminos se fueron bifurcando hasta llegar a este punto. Conozcamos el recorrido de unas de las creativas gastronómicas del momento. 

¿Cómo llegaste a este proyecto?

Uno de los socios inversores estaba entrevistando cocineros y una persona recomendó a Santi, mi novio. Santi me comentó esto y casualmente el proyecto se llama “Las Flores». Y para mí fue perfecto porque yo hago todo con flores. A nosotros también nos entusiasmó mucho saber que iba a ser en el lugar donde había sido Olsen. Me pareció espectacular, no sé si hubiera sido lo mismo si fuera en otro punto. 

A partir de eso nosotros dijimos “¿cómo sería nuestro proyecto soñado?”. Y ahí fue que convoqué a los chicos de ciencia y gastronomía. Entonces escribimos un proyecto para presentarles juntos y a ellos les encantó. Desde entonces estamos con los socios (inversores) muy alineados en lo que queremos, ellos vienen de una agencia de comunicación que se llama Happy Togheter y está bueno también porque tienen otra visión. 

https://www.instagram.com/p/CbXyANxuj79/?igshid=YmMyMTA2M2Y=

¿Ustedes armaron como el proyecto más creativo?

Sí, nosotros 4 estamos armando todo el proyecto más desde el concepto, desde el lugar.

¿Cómo pensás que llegaste desde el 2016 a construir el proyecto de tus sueños?

Mi vida dio un gran giro. Yo estudiaba actuación. Desde los 10 años quería ser actriz, hacía todo lo que estaba bien para ser actriz, desde danza, canto, todo lo que había que hacer. Me pasó que tuve una gran crisis después de terminar la facultad donde dije “che, se me movió toda la estantería” y ya no me gustaba tanto actuar. 

Todo el mundo tiene crisis, pero esta fue muy grande. Entonces cambié de profesora de actuación, me fui con Nora Moseinco. Ella tiene otra metodología distinta a lo clásico, es menos mental, más intuitiva. Para mí fue romper un poco con ese esquema y decir “bueno, capaz no voy a hacer actriz, capaz no me gusta esto». Soltar esa idea fija que tenía desde los 10 años de decir “esto quiero” me hizo estar más presente. Eso hizo que confíe en que el deseo te va llevando hacia donde querés, no tanto desde la cabeza sino desde algo que sucede. Es estar atento a las cosas que te van llegando a la vida. Hay momentos en los que uno la pasa mal, pero hay que confiar en lo que está latente adentro de uno.

Claro, siempre le diste atención a lo artístico y eso te fue llevando a proyecto de tus sueños.

Sí, pienso también en esas conexiones, por ejemplo, en un casting trabajé en el rodaje de Zama, de Lucrecia Martel. Y ahí conocí al dueño que hacia polo abierto. Después le dije a una amiga “che, quiero trabajar en Puebloo Abierto”. Más tarde me fui a trabajar en esos festivales que hacían en esos momentos a Corrientes. Ahí conocí a los de Caracola, fui a hacer una pasantía allá. Las cosas uno las va uniendo. Mi camino fue muy así. 

Hice varias temporadas en Punta del Este en Caracola, y después en Santa Teresita. Muy movido, no sé si estoy de nuevo para esos trotes.

Claro, porque más tarde terminás diciendo “no puedo más”. ¿Sentís que eso te dio training para aventurarte en Nueva York?

Nueva York tiene el plus de que ahí tenés resuelta la parte de vivir, comer, etcétera, y otra parte no tan resuelta que es pagar el alquiler, el día a día que es difícil, es todo muy caro. Y también es otra cultura que eso también es complicado. 

Están enfocados en su trabajo. No hay mucho lugar para el ocio, todos son intereses relacionados con el trabajo generalmente. Por suerte yo tenía mi grupo de amigas, pero allá es otra manera de vincularse que acá, siento que en Nueva York las personas están por objetivos muy claros.

¿Cuál sentís que era tu objetivo allá?

La cocina, formarme y nutrirme lo más que podía. Fui decidida, por así decirlo, a sacrificar mi vida para aprender.

¿Qué te dio Nueva York en cuanto a herramientas?

La gente tiene mucha apertura a nivel gastronómico, cosa que acá recién está empezando a suceder. Cuando yo me fui, acá solo había marquisse con dulce de leche, y, por ejemplo, si hacías una torta de pera era esperar a ver quien se jugaba y la compraba. Allá tuve más confianza para indagar en otros sabores porque la gente lo compraba. También quería usar ingredientes diferentes que nunca había usado, entonces le puse mucha más creatividad desde ese lugar y  eso me dio confianza en seguir explorando otros sabores.

https://www.instagram.com/p/CCdveCYAz4y/?igshid=YmMyMTA2M2Y=

Está re en el ADN de cómo fuiste armando tu oficio. ¿A todos fuiste llegando por conocidos?

Sí, fueron como las vueltas de la vida. En la cocina siento que me funcionó mejor esperar a que me lleguen las propuestas.

Tenía muy en claro que me quería ir, irme con trabajo, no con incertidumbre de ver qué consigo, y sucedió. Después llegó a su fin el trabajo en Nueva York, renuncié y conseguí otro trabajo y eventos que fui haciendo.

¿Cuál de todos los trabajos fue un desafío a nivel energía, creativo, emocional?

Yo creo que todos los que estuve allá en Nueva York fueron heavys. Fue un desafío enorme al que le puse mucha atención y por suerte salió todo re bien, pero a nivel emocional fue duro.

En uno de los trabajos de Nueva York terminé quedando de mánager of the kitchen y fue uno de los más duros porque era joven y mujer. Trabajaba con hombres mexicanos y muchos eran machistas, era muy difícil que me respeten. Sumado a que era un trabajo que no me gustaba, yo quería cocinar, pero la vida me terminó poniendo en ese puesto. Hacía los postres y estaba como encargada. Ahí sí estaba consumida, fumando mil cigarrillos por días, fue difícil. 

Tu distintivo son las flores y los colores, ¿dónde arranco esta marca distintiva de tu obra?

Hace años. Tenía un emprendimiento donde vendía tortas y usaba hojas tipo costilla de Adán, esas hojas gigantes, las lavaba, cortaba y las ponía como base en el plato. Siempre me atrajo un montón que la naturaleza esté en mis tortas. Fue como algo muy intuitivo de querer llevar la naturaleza a un plato. Capaz lo vi en algún lugar, las flores comestibles no son ninguna novedad, las utilizan hace años.

Qué maratónico todo tu recorrido profesional, ¿te lo imaginabas así?

Para nada, volví en la cuarentena y empecé a vender tortas, pero no me imaginaba la repercusión que iba a tener. También creo que hay un boom en la pastelería y está buenísimo porque lo agarre justo, me tocó por suerte. Está buenísimo que la gente pruebe cosas nuevas y que valore también la pastelería.

¿Cómo ves la propuesta gastronómica porteña?

Está creciendo un montón, veo buenas propuestas. Hay una buena diversidad que antes no tenías, por ejemplo, un buen restorán mexicano, coreano.

Lo que más me gusta de esta generación es que hay más comunidad entre cocineros, menos egos. También la mujer en la cocina es algo que se está empezando a ver y eso es buenísimo porque siempre estuvieron los hombres al mando. Sacar el machismo de la cocina está re bueno. 

Por suerte tengo dos muy amigas mías cocineras. La verdad es que no tuve mala suerte. Pude tener referentes, en Caracola la jefa de cocina era mujer, una genia. 

En pastelería somos muchas más mujeres que hombres, es como que está mucho más relacionado con la mujer y eso también debería romperse un poco, al igual que haya mujeres en la parrilla.

¿Cuáles son los lugares que más te gustan ir a comer?

En Buenos Aires, Julia y Orei. También Anafe, que nunca falla. 

¿Tu acercamiento a la cocina siempre fue por la pastelería?

No, también estudié cocina. Soy vegetariana y tuve que aprender a descuartizar animales, lo hice, aprendí, pero cuando tenía que trabajar, no quería hacerlo, no me interesaba.  Entonces terminé yendo a la pastelería porque no había buenas propuestas en bares vegetarianos o veganos para hacer una experiencia de trabajo.

Tengo una misión que es construir información y recetas veganas que sean ricas, porque algunos tienen muchos sustitutos que son porquerías para el cuerpo. 


El rubro cocina suele ser muy sacrificado 

Sí, re, tu vida va en contra de todo el mundo porque tus francos son los lunes generalmente, o un domingo y tus noches están ocupadas. Más en la cocina, en cambio, en pastelería trabajas de día y tenés un poco más de coincidencia con otros trabajos, pero generalmente trabajás cuando la gente está más de ocio.

¿Cómo te imaginás la rutina de trabajo hecha a tu manera?

Me gusta mucho arrancar al mediodía, la mañana la tomo para mí, y después trabajar hasta la noche. No me molesta trabajar hasta tarde, tampoco trabajar hasta las 2 a.m. Pero si tendría que elegir seria de 12 am a 21 pm. La mañana me gusta mucho para desayunar, leer, hacer deporte.

¿Tenés algún referente que te vuele la cabeza lo que hace?

Un montón. Hay una chica que se llama Laila que es amiga de mi hermana, es cocinera y hace cosas como escenográficas con la comida que no podés creerlo. Ella es más como una artista visual. Después, en cuanto a cocineras que me encanten sus recetas, me gusta mucho una pastelera que se llama Erin McDowell. Hace recetas muy originales y crea muchas cosas nuevas. 

¿Hacés tus propias recetas?

Algunas sí, otras pruebo de otras personas, pero siempre termino adaptando algo mío. Me re divierte hacer recetas. En lo vegano siento que puedo aportarle mucho más y voy creando, por ejemplo, el alfajor vegano, o la galleta de tal receta le falta un poco más de humedad, le voy a agregar miel. Vas jugando un poco con lo que querés y deseas.

¿Cómo alimentas la creatividad? ¿De dónde buscas inspiraciones para los nuevos proyectos? 

Soy bastante desordenada, creo que voy más por el ocio creativo. Hay días que me quedo mucho tiempo en la cama, veo libros y cosas que te van quedando en la retina y a la hora de pensar como que se empiezan a hilar siento, o juntarme con otras personas, es como que tu creatividad también vaya por el otro lado, y tenga un estímulo colectivo, eso también está bueno.

En estos momentos, ¿quiénes son las personas que te impulsan o te muestran cosas que te dan ganas de hacer?

Y, bueno, los chicos de Ciencia y gastronomía. En sí, porque ellos traen cosas y digo “wow”. Ellos son hoy en día las personas que más me despiertan la creatividad. 

¿Harías un libro?

Me encantaría, si viene alguna editorial y me ofrece me encantaría hacer uno de cocina vegana.

Foto de portada @florabauza

Shape