CAMILO ALBANEZ: «Prefiero cagarla y decir lo hice a quedarme con la intriga»

Camilo Albanez es un diseñador de moda chileno que tenemos la suerte de tener en Buenos Aires. A los 17 años comenzó a trabajar como vendedor para una diseñadora de allá y logró que le enseñaran costura. Mezcló ese nuevo aprendizaje con su amor por la ropa vintage y así creó su propio híbrido. 

En Chile los domingos Camilo se iba de feria a pelearse con las viejas para agarrarse las mejores prendas. Ha llegado a encontrar blazers de Yves Saint Laurent baratísimos que después terminó vendiendo en dólares al museo del vestuario. 

Su vida va más rápido que su relato, pasa de su adolescencia en Iquique a mudarse a Valparaíso, a caminar por microcentro, o hacer un desfile en el Abasto y otro en Villa Crespo. Pasa de vestir a Ms Nina, la reina del perreo, a Marilina Bertoldi, la actual reina del rocanrol. 

Sería ideal para una mini serie de Netflix, esa que ves los domingos con resaca y un kilo de helado. La que hace que al otro día llames a tu amigue para decirle “¿viste lo que pasó en el capítulo de ayer?”

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¿Cómo empezaste a meterte en el mundo de la moda?

Entré a trabajarle a una diseñadora como vendedor y mezclé lo que era la feria americana con la costura, ahí empecé a intervenir muchas prendas.

Después de tres meses de hacer este teje de muchas prendas, me lancé con un desfile en mi ciudad. Fue en un restaurante en Iquique, en el norte de Chile, que es una ciudad muy tranquila, muy conservadora y muy estructurada. En ese entonces yo era la loca. Cuestión que hice el desfile y llegó a oídos de la radio, el diario, de la tele de mi ciudad. 

¿Hay movida cultural en Iquique?

Sí, pero es muy poco lo que se mueve. Mis amigos, del ámbito del arte, son los que mueven. Hay muy pocos caminos en mi ciudad. Ese fue una de las razones por las cuales me quise ir, porque sabía que en algún momento me iba a aburrir. 

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¿Cómo fue la experiencia de un primer desfile? 

Una experiencia muy linda, claramente, porque era la primera. Tenés que pensar que en ese entonces, mi referencia de desfiles eran fotos de internet. O sea, con suerte existía el Fotolog, donde una que otra foto lanzaba Christian Dior. Con un par que pude ver entendí lo que era un desfile. A base de eso, hice la performance y mis amigas de la noche se pusieron estas prendas de diferentes formas. Por ejemplo: si quería lucir una pollera, le decía que se tapara los pechos con las manos… era muy atrevido también. Estamos hablando de hace  más de 10 años atrás. Hoy en día lo haces y sigue siendo lo mismo o más fuerte. Obviamente tuvo una repercusión muy buena, me empezaron a contactar tiendas exclusivas de Iquique que empezaron a comprarme ropa para venderlas. Ahí tuve un par de malas experiencias porque me di cuenta de que una de las tiendas decía que a mi ropa la traía desde Italia y la vendían carísima. Mis clientas me decían: ‘’Vi un vestido en el desfile que lo está vendiendo Irma a cinco veces más’’. Le ponían etiqueta de Italia y me la compraban a mí barato porque, claro, era la primera colección que lanzaba y no sabía qué precios poner. Mi vieja me ayudaba un poco, pero tampoco es que sabía mucho. 

¿Y cómo pasas de ese salto del desfile a decir “me voy a Buenos Aires”? 

Luego de lanzar el desfile, mi abuela me regaló una máquina personal, una Toyota. Es la que sigo teniendo hoy porque me la traje para acá en bus. Ahí empecé con el tema de la costura, y comencé a flashar. Compraba ropa que me gustaba y replicaba después. Empecé a entender cómo se hacía el bolsillo de un pantalón, por ejemplo, porque deshacía todo el pantalón y entendía las costuras. Compraba una prenda muy grande, un vestido de un cuerpo muy, muy gordo, de mucha tela, y si me gustaba ese pantalón y tenía esa tela, listo, vintage, replicaba ese pantalón con esa tela. Y así se me iban los días. 

Entonces, por un lado elegías la prenda que te gustaba, y por otro lado el material…  ¿aprendías a hacer las cosas por curiosidad, desarmando y diciendo ‘’a ver cómo es esto…’’?

Si, tal cual. Las camisas, los vestidos, las polleras, todo. Más que nada me acuerdo mucho del bolsillo, porque estuve todo un día entendiendo como se cosía el bolsillo de un lado para el otro, para que no se viera la costura ni por dentro ni por fuera. El pantalón es muy difícil, en realidad, todo lo que es sastrería es muy difícil. Porque tenés que pensar que la costura tiene que ser muy perfecta para que llegue al cuerpo, sino se nota mucho. Como todas las telas son rígidas, se nota de inmediato cuando una tela rígida no queda bien en un cuerpo. 

Con toda esa información que estaba cayendo en mi vida, decidí terminar la secundaria en Valparaíso. Me quedé en una casa turística por lo que en ese transcurso conocí a mucha gente. Estaba en la pieza con mi máquina de coser y los turistas se  acercaban a preguntarme qué hacía. Cada vez que les decía que me gustaba la ropa me decían que tenía que ir a vivir a Buenos Aires. Yo ni sabía lo que era Buenos Aires. Justo ya era la época que Valpo me estaba quedando chico. Y con Santiago de Chile era lo mismo.

Entonces le dije a mi familia que me iba a ir a Buenos Aires a estudiar diseño de modas. Lo primero que ellos me dijeron es que sí. Mi abuela me dijo que se iba a sentir más segura si vivía en Argentina que estando en Chile. Porque en Chile tuvieron que matar a un gay de una forma muy fea para que recién existiera una ley.  Entonces, en el 2012 me vine a vivir a Buenos Aires con cien dólares y sin conocer a nadie

¿Y terminaste estudiando acá?

Entré a la UBA y, claramente, no pude con la UBA. Me di cuenta de que el CBC era muy rígido. La matemática que tenía en Chile era muy atrasada en comparación con la matemática que pasaban acá. Así que empecé a trabajar de babysitter. Le cuidaba los hijos a una azafata.

¿Dónde vivías?

El primer año, me fui a un hostel en Microcentro y de ahí me fui a San Telmo, a una casa divina. En ese primer año comencé a conocer más gente, a salir de noche, a volver a la movida nocturna, pero con experiencia. Al toque empecé a estudiar un curso de moldería e indumentaria. Estudié 6 meses, lo terminé y al toque me lancé con la primera colección. 

Hice un desfile en un espacio de un departamento que me prestó una chica que lo alquilaba para fiestas. Lo hice con mi nombre: Camilo Albanez, eso que nunca me gustó. Siempre sentí que era un personaje, y siendo un personaje sentí que no podía mezclar el personaje con la marca, porque son cosas diferentes, siempre el público va a pedir algo diferente. Es diferente lo que me piden a mí que lo que piden a la marca. Es diferente lo que ven en mí a lo que ven en la marca. 

En ese entonces asumí que Camilo Albanez era diseñador, personaje y todo. Hice el primer desfile ahí y fue mucha gente. Para mí eso fue muy loco porque pensé que iban a ir dos gatos locos, pero fueron como 40 o 50 personas, llenísimo. 

Fuiste sacando gente de lo que ibas conociendo…

Empecé con el boca en boca, no había Instagram y esas cosas. Creo que recién se empezaba a convocar gente por evento de Facebook. Lo hice de hecho. Entonces, vendí esa colección y al toque compré más material. 

¿Seguías con la misma metodología de diseño en la que te gustaba una prenda en cuanto a moldería y la replicabas en un material de una prenda vintage?

No, en este caso compré telas nuevas para hacer esa colección, pero con cortes antiguos. Al mismo tiempo le restaba telas para que sea más sexy. Lo mío fue más sensual y sexual que tradicional. Para mí la prenda está, pero tiene que pasar algo. Saqué la marca y después pude hacer otra colección más. Lancé mi segundo desfile en el “El conventillo” que es un centro cultural del Abasto. Fue muy poca gente, no tuvo resultado la colección, porque aparte el lugar no era apropiado. Pero bueno… era algo que quería hacer. Me pasó algo negativo por la cabeza y dejé de hacer CAMILO ALBANEZ, dejé la ropa. 

A todo esto, siempre que iba a Chile compraba ropa americana. Traía ropa para mis amigas. Ellas me decían que por qué no hacía una feria. Y un día, re fumadas con Charly, dijimos de hacer una feria. Salió EXPLOTA EL CLOSET. Ahí hice el primer evento convocando gente, y cayeron miles a comprar ropa, vendía de todo: cartera, zapatos, zapatillas. Me empezaron a pedir más ropa. En un momento me cayó una chica a ofrecerme hacer la feria más consecutiva en su tienda. Trabajamos un tiempo juntos y cuando terminamos el trato me lancé como Albanez. Me cayó la ficha y entendí que tenía que mezclar la ropa americana con mi costura. “Si me está yendo tan bien con la feria, y yo sé hacer ropa, algo tengo que hacer con esto. Como no se me ocurrió antes…”, pensé. Hacer lo que hacía cuando era chico: reciclar ropa. 

¿Y esto qué año fue?

En el 2016, ahí relancé la marca Albanez Costume Lab con el video Profunda. Profunda fue alto laburo, teníamos una cámara muy buena porque yo me imaginaba muchos movimientos lentos y para tenerlos necesitás una cámara con alto nivel de definición. Era la primera vez que hacia una producción así. Fue todo muy sexual, muy erótico. Me bajó la idea un día en la casa de una amiga cuando puso un disco de HomeShake, que es la canción del video, ahí flashé. Sentí las sensaciones del sonido y creé el video junto con Remedios. Todo era muy delicado pero a la vez muy sensual. No se sabía si la señora era la que dirigía la orgía o era la abuela de todos, no se entendía mucho, eso fue un poco lo que quise. 

Y ahí empecé a hacer showroom en casa, que era en Villa Crespo. Hice un desfile después de Profunda que fue Por Ti. Ese fue el primer desfile real de la marca. Fue divino, tuvo una repercusión muy buena. A la marca no la conocían, recién había abierto el Instagram, que es como lo dice ‘’Laboratorio de Costura’’. Porque las prendas especiales para mi siguen siendo eso, un experimento. 

¿En qué consiste el laboratorio de costura? ¿Cómo fue el desfile de Por Ti?

Por ejemplo, yo no tengo un molde para los vestidos que ves. Hoy en día no trabajo con molde, trabajo con el ojo. Es más, ahora voy como moldeando y adaptando más la marca a lo que es la necesidad actual del público. Y de a poco, porque es un trabajo del diseñador también, bajar línea. Más para uno que le gusta lo no convencional. En el desfile, a Silvia Pop, que es una cantante a la que le  encanta ponerse en bolas, le puse con una bata de tul celeste divina con la que la gente quedó flipando mal. 

En el desfile yo estaba haciendo un fashion film. La gente no lo sabía, los únicos que sabían eran Tato, el modelo, Gimena, otra modelo, el novio de Tato, y los camarógrafos. El resto del equipo como maquilladores, modelos, estilistas, público en general, no sabía. Había una historia, una chica que le da un veneno a Tato, porque supuestamente estuvieron juntos, y después en el desfile se da cuenta Gime que Tato era gay. Lo envenena y Tato sale a desfilar, y en el final del desfile empieza a vomitar sangre y se tira en el piso. La gente empezó posta a preocuparse. Una estilista le dijo al público que se quedara tranquilo. Al chabón le puse una bomba de sangre en la boca. Entonces se tiró al piso y a empezó a tirar sangre por la boca. Ahí terminó el fashion film. Después él se paró y divino todo. 

En ese momento en la Argentina no se usaba mucha transparencia. Eso fue también un punto muy a favor de la marca. La gente no esperaba ver a un chico como Tato con una túnica de cuello alto, túnica negra de gasa hasta el piso, con volados en las orillas y unas botas bucaneras. Era como wow. Al mismo tiempo, no ocupé modelos, fueron todos personajes de mi vida. Silvia Pop, que es una amiga, Tato, un amigo, Gime la actriz, toda gente del under. Joaco Catriel un amigo tatuador, le puse botas y tacos, era todo tan amateur.

De ahí agarré la idea de vender la ropa de esa colección en casa, y empecé de a poquito. 

¿Qué pensás que aportó Buenos Aires a la creación de la estética de tu marca? 

La cultura. No voy a decir y no voy a relacionar la cultura de Argentina con Europa, porque creo que es muy cliché y muy vago decir eso, creo que cada país tiene su cultura y sus raíces. Para mí, Argentina es súper único, porque la cultura tiene otro sabor. La gente tiene otro sabor: la actitud. La actitud de las personas, del pueblo, no estamos hablando de una clase social tampoco. Estamos hablando del pueblo, de lo que la gente quiere transmitir con la ropa. 

Yo estoy caminando por microcentro y me puedo encontrar con una señora secretaria que está vestida más atrevida que yo. Y ella no es millonaria, pero la señora es secretaria de un doctor y le gusta montarse. Está con sus tacos de tigre, faldita, con su blazer, con su tapado, entonces no estamos hablando de dónde vienes y que haces, sino de la actitud. Y a la señora no le da vergüenza vestirse así con 50 años. Eso para mí es un tesoro. A mí me da lo mismo si en Europa pasa eso o no pasa. Es una cosa de Argentina, de la mujer de Argentina. Eso hay que reconocer. La argentina tiene una garra muy grande en comparación con Latinoamérica. Es una cosa que no te puedo explicar. Te puedo llegar a decir, con lo atrevido de este comentario, que la argentina es el ejemplo de mujer de Latinoamérica. Porque yo siento que las chilenas, si hoy en día están luchando por el aborto, o por la injusticia hacia la mujer, es porque Argentina fue uno de los primeros países que mostraron esa garra. Es un eco. Ya no estamos hablando de qué continente o qué raíces tenemos. Estamos hablando de la actitud, de la realidad. Eso fue una info muy grande que desde que llegué empecé a consumir.

Mis primeros amigos eran de Quilmes, yo me iba hasta Quilmes a joder. Me venía a capital al día siguiente. Todo para mí siempre era visual. Yo soy muy visual, paso por calles con casas y estoy mirando las ventanas, por ejemplo. Pero no por psicópata, sino porque observo todo, hasta un árbol cuando se mueve, pienso que se está riendo. Todo lo que es movimiento y vida, es algo que me interesa. Más aún si estás transmitiendo algo. 

¿Cuándo empezaste a trabajar con músicas? Digo, vestiste a Miss Nina, a Tomassa, a Marilina Bertoldi post Gardel de Oro, ¿cómo llegaste a ellas?

La verdad que, no sé, eso es algo que se fue dando de a poco. Creo que por la relación de lo que es la perfo. El cantante siempre va a tener su vida muy separada de lo que es la perfo con su vida personal. El cantante tiene dos vidas. Tiene en su casa ropa tranqui, componer, otra onda, y cuando esta arriba del escenario es otra cosa. Es ahí donde, no sé porqué, me quieren. En realidad, sí sé, jaja… porque es para la perfo. Cuando vestí a Marilina, me caí de culo. Porque Marilina, cuando fue a mi casa a hacer el fitting, yo no le daba ni dos pesos. La chica posta es muy humilde, muy bajo perfil, muy tranqui, un amor. Marilina, para mí, es igual a chocolate dulce. 

El vestuario de lo que hicieron en vinilo ¿lo armaron juntos?

Con las estilistas. Con Marilina no, ella te deja. Con que se sienta cómoda, está todo bien. Al conjunto lo inventé, inventé la solapa, inventé todo, porque no sabía hacer la solapa de ese corte. Nunca había hecho una chaqueta con una solapa. Las estilistas me mostraron un enterito de vinilo. Yo les dije si no les parecía mejor separar esas prendas para que ella estuviera más cómoda en el escenario, y me aceptaron la propuesta. Entonces hicimos chaqueta y pantalón.

Es más, cuando voy el día del show, a darle la ropa y todo, Marilina estaba con una bufanda, tipo tía del bautizo aburrida. Con hambre y frío directamente. Y eso me gusta porque ahí entra Albanez para la transformación. Cuando le pusimos todo, ahí en ella se veía otra actitud. La chabona se comió el escenario. Y ahí confirmó que los músicos posta tienen dos personalidades. 

La repercusión de ese vestuario fue muy buena. Mucha gente se re interesó por mi trabajo. Existe esta gente que necesita sí o sí la perfo, son las músicas, las cantantes, ellas necesitan las prendas únicas.

Te supuso un riesgo…

Obvio, la vida es riesgo. Porque creo que si no hay riesgo, no hay sentido. Prefiero cagarla y decir lo hice a quedarme con la intriga. Soy así. Ante todo el riesgo. Y con Marilina fue así. Con la chaqueta estuve, literal, cuatro días haciendo el conjunto a mano porque el vinilo no lo pasaba la máquina, entonces todo lo hice a mano. 

Cuatro días estuve sin dormir, hasta la forrería la hice a mano. Tuve que parar toda mi agenda completa. Empecé el lunes, y el jueves a las 4 de la mañana terminé el conjunto. El viernes tenía que entregarlo. En realidad se iba a poner algo muy tranqui, pero en un momento dijeron ‘‘¿qué?’’, porque iba a ser la primera presentación después del Gardel que ganó. Mucha prensa, mucha gente, muchos medios. Y era su primera presentación después de todo eso. O sea, después del premio, después de la Rolling Stone, y las estilistas me dijeron que no podían ponerle cualquier cosa. Y fue todo de un viernes para el otro viernes. 

¿Tenés a alguien en el tintero que te gustaría vestir? También más allá del vestuario en laburar en la transformación del personaje…

Sí… ¿te soy sincero? Es muy bobi lo que voy a decir, pero a Miranda. Porque me identifican bastante. Más que nada por la historia que tengo con Miranda, de escuchar su música cuando era chico, en mi ciudad.

La expectativa que tengo con la marca es grande, quiero seguir vistiendo a más músicos, porque creo que ese campo es el que más hay que reventar. Porque esa gente necesita esa perfo, no es como nosotros que algunas veces no la necesitamos,. Ellos tienen un escenario, una presentación masiva. Convocan mucha gente. Es una buena plataforma donde mostrar un diseño único o jugado. 

Encontrás el lugar donde Albanez encaja bien…

Tal cual. Tampoco yo sé, es un poco el trabajo de campo, uno lo va viendo sobre la marcha. Nunca pensé que iba a vestir a Marilina. Y menos en su momento cúspide, cuando la chica acaba de ganar un premio tan importante en el país. Después de saber que ese premio se lo ganó primero Mercedes Sosa y ahora se lo gana ella. Nunca me dirigí a eso. 

¿Hacia dónde va la marca ahora?

La marca ahora está trabajando mucho con el tema de dividir líneas. Estoy con el tema de hacer menos cantidades de exclusivos, y más cantidades de convencional. La convencional va a ser prenda repetida, no en varias cantidades, empezar a hacer series, cortas, pero empezarlas a hacer. La gente me lo está demandando y me tengo que hacer cargo.


Foto portada Adriana Navarro (@adriananavarro)

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