CABEZA FLOTANTE: El canto de las ranas

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A fines del año pasado Cabeza Flotante, el cuarteto de Ameghino, estrenó El canto de las ranas, su cuarto disco. Manolo y Antonio Lamothe, Marcos Canosa y José María Muriel le sacaron provecho a la pandemia y se pusieron a grabar en el estudio Resto del Mundo buscando meterse de lleno en un álbum de canciones. Conclusión: lo lograron. 

El disco trasmite la magia que todavía conservan las bandas de amigos. En las 10 canciones del álbum se siente la cercanía, el gusto de la cerveza que se toma en el cordón de la vereda, pero sin dejar de hacer música con responsabilidad. 

Hay un elogio a la lentitud, esa que entre tanta novedad te pide una pausa para escuchar un disco de un tirón y sin interrupciones. 

Desde lo visual también hay una estética marcada. Ya sea desde la tapa de los discos hechas por Antonio hasta los videoclips (por favor vean Los llanos). Esos que parecen cortos donde la historia conduce a meterte en una canción y desconectar. Se lee entrelíneas un llamado a no responder a estos tiempos y dejar las notificaciones de un lado. 

En su propuesta musical no te invitan a escuchar una banda si no a ser parte de la familia Flotante. 

Hablamos con la banda sobre cómo fue el proceso de grabación de El canto de las ranas.

¿Cuánto tiempo les llevó hacer el disco? 

En realidad nosotros lo arrancamos en junio del 2019. Teníamos para publicar temas pero decidimos no hacerlo en pandemia. 

Las bandas que sacaban discos en esos momentos en el que la gente no podía ir a ver recitales pasaban desapercibidos, era todo medio raro.

Decidimos que no iba a estar bueno publicarlo en pandemia y entonces lo fuimos pateando.

Y mientras tanto, ¿qué hacían?

Mientras tanto nada, o sea hubo un paréntesis ahí en el que había que arreglar el disco, había que mezclarlo todo y no podíamos ir al estudio. Intentamos una movida de mezclar el disco por zoom y fue imposible.

Y tampoco nos copamos con esa cosa que se hacía en pandemia de cada uno grababa en su casa. No comulgamos con eso, nos cuesta. 

Era un gran momento para poner una pausa y verse en el estudio cuando las cosas estuvieran más calmas. Porque no queríamos seguir con esta cosa de hacer sí o sí. 

¿Dónde y con quien grabaron El canto de las ranas

Lo grabamos en Resto del mundo, que es el estudio de Pipe Quintans. Él es músico y productor, es como un cabecilla del sello donde estamos nosotros. Productor de 107 faunos, Bestia bebé, del disco por el que nominaron a Las ligas menores al Grammy latino. Él está en todo eso.

Lo que pasó con este disco es que Pipe justamente diseñó muchos sonidos, entonces también se fue armando en el estudio. Las canciones estaban, la estructura de cada canción también y él se jugó mucho con sus opiniones y sus propuestas. Él juega ese rol de conseguir instrumentos, probar un montón de cosas, hacer arreglos.

Hay un salto con respecto al disco anterior, ¿por qué creen que es? 

Lo que diferencia, por ejemplo, el disco anterior con este es que podías ir y decir si querías grabar 17 veces la misma canción, ibas con total libertad. Ya habíamos grabado tres o cuatro discos en estudio de manera profesional, esta fue la primera vez de poder probar otra cosa, y Pipe iba direccionando ahí la jugada.

Fue un disco más de laboratorio de prueba y error y eso estuvo bueno.

¿Se dan permiso de no respetar el plan inicial, de ver ahí qué pasa?

En este sí, veníamos de dos discos de haberlos grabado prácticamente en vivo, todos juntos tocando y después sumando algunas cositas. Y acá hasta en el proceso de grabación cortábamos parte del tema, las sacábamos, a veces íbamos cortando, pegando, uniendo, pensando cómo queríamos que fuera la base y ver como solucionamos.

El canto de las ranas viene rotando por diferentes lugares de la escena porteña como el Teatro Margarita Xirgú y el Centro Cultural Matienzo. Este viernes se presentan gratis en el Strummer Bar. Es la oportunidad de escuchar en vivo a los Cabeza Flotante y ponerle cuerpo a canciones que tienen su propio vuelo. 

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